
“La Bella y la Bestia”. Ser transformados en Cristo
El cuento de “La Bella y la Bestia” lo podemos leer como una alegoría de cómo con el bautismo recuperamos nuestra figura de Hijos de Dios.
El cuento de “La Bella y la Bestia” lo podemos leer como una alegoría de cómo con el bautismo recuperamos nuestra figura de Hijos de Dios.
La oración nos ayuda porque nos une a Dios, nos abre al encuentro con Él. La oración es la clave que abre el corazón al Señor.
San José es el modelo de padre, por haber tenido el honor de ser el papá terrenal de Jesús y tener que defender a su hijo de las asechanzas de quienes querían dañarlo.
El adviento nos conduce a mirar simultáneamente hacia adelante y hacia atrás.
Noviembre es el mes que la Iglesia tradicionalmente dedica a pensar en los difuntos, a traer su recuerdo y a pedir especialmente por ellos.
Es importante este mes de la Biblia, pero es más importante lograr tener a Cristo en el centro de nuestra vida familiar y personal siempre.
La eternidad de Dios y la inmediatez de nuestro mundo dan lugar a dos lenguajes inconmensurables: nosotros y, sobre todo, la oración.
Repetimos el Padre Nuestro sin darnos cuenta lo importante que es, pues fue Jesús quien nos ha enseñado a llamarle a Dios “Padre”.
Un peligro de quien habla de Dios es no hablar con él. Para hablar de Dios primero hay que hablar con él.
La perfección de lo humano es lo cristiano, debido a que Jesús es perfecto hombre y perfecto Dios, modelo acabado de toda perfección humana.
En la oración, es Dios quien nos debe convertir, no somos nosotros los que debemos convertir a Dios.
Cada momento de la vida de Jesús y cada página del Evangelio pueden ser para nosotros objeto de meditación y lugar de encuentro con el Señor.