
La fuerza que transforma. Mujer heroica contemporánea
El amor que recibimos del Señor es la fuerza que transforma nuestra vida, nos ensancha el corazón y nos predispone para amar.
El amor que recibimos del Señor es la fuerza que transforma nuestra vida, nos ensancha el corazón y nos predispone para amar.
“Cada hijo es un reflejo viviente del amor conyugal entre los esposos, signo permanente de la unidad y síntesis viva e inseparable del padre y de la madre”.
La juventud es capaz de dar de nuevo entusiasmo a la edad madura y, a su vez, la vejez es capaz de reabrir el futuro para la juventud herida.
Debemos tener claro que la Pascua comienza el domingo de Resurrección, pero se extiende durante 50 días, es por esto que debemos estar alegres durante estos días.
Hoy en día, se quieren las cosas inmediatas. Sí se quiere mejorar, pero que sea rápido. Hay que aprender de las frutas, que requieren de tiempo para madurar.
De algo tan detestable como es el pecado, si conduce al arrepentimiento y al dolor de amor, produce frutos maravillosos de santidad.
En la actualidad es muy fácil ver que las familias no duran unidas porque la sociedad nos ha llevado a la cultura de lo desechable, de lo líquido.
Redescubriremos así la paz, la alegría y la sonrisa que están dentro de nosotros y que el mundo busca arrebatarnos.
El amor no es envidioso por lo que debemos enseñar a nuestros hijos a alegrarse con la felicidad de los demás.
El primer ámbito de la educación sigue siendo la familia, en los pequeños gestos que son más elocuentes que las palabras.
La obediencia, siendo algo bueno, requiere, como cualquier virtud, de la caridad.
La autoestima de Dios está garantizada o, dicho de otra forma, se identifica con su gloria.