
El Espíritu Santo y la Iglesia (2). Nomen est omen
Libres para servir en el amor, la alegría y sencillez de corazón tal como nos enseñó Jesús con su propia vida.
Libres para servir en el amor, la alegría y sencillez de corazón tal como nos enseñó Jesús con su propia vida.
María, Madre del buen consejo, nos enseña y ayuda a confiar y esperar en Dios en toda ocasión y a vivir el amor al prójimo.
Cuando oramos, no sabemos en qué momento o de qué manera obra Dios para hacer que esa persona se convierta y sienta su fe y obre en consecuencia.
La pobreza de espíritu ayudará para solucionar la pobreza material, pues quien tiene, utilizará aquello para beneficio de los otros.
El papa Francisco nos invita a pedirle al Señor que aumente nuestra caridad y nos conceda un corazón abierto y generoso para no ser indiferentes ante las necesidades de los demás.
La paciencia nos da la capacidad de saber esperar. Incluso cuando algunos a nuestro alrededor han caído en la desilusión y abandonan el camino
Con la esperanza podemos vivir con alegría y serenidad nuestro presente, pues Jesús nos asegura un futuro confiable y un horizonte luminoso.
A veces no es fácil defender nuestra fe, pero no dudemos de su valor y pongámonos de pie cuando sea preciso.
Tú eres el soporte y el elemento de seguridad familiar. Y la paciencia debe ser la base de todas tus acciones.
La justicia es una virtud social por excelencia. No fácil de obtener, pero indispensable para alcanzar la paz.
La cultura moderna no tiene medios para enfrentarnos a la muerte. En cambio, la fe cristiana nos ofrece recursos asombrosos y suficientes.
En estos tiempos dramáticos, la solución está en redescubrir la virtud. Si practicar la virtud fuera lo normal, el mundo sería feliz.