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Caminemos juntos como discípulos y misioneros

El Espíritu Santo y la Iglesia (5). Conseguir lo imposible

1)  Para saber

Hace años, hubo una Asamblea en Calcuta para tratar temas nacionales de importancia a la que asistió Mahatma Gandhi. Después de tres horas de muchas intervenciones, le tocó el turno a Gandhi con una gran expectativa. Ante quince mil hindúes, en medio de un gran silencio, sólo dijo lo siguiente: “A quien más debo y a quien más deben los hindúes es a un hombre cuyo pie nunca ha pisado el suelo de la India. Este hombre es Jesucristo”.

Es significativo que un pagano dijera esas palabras. La venida de Cristo marcó la historia de la humanidad. Ahora el papa Francisco quiso remarcar el papel crucial que tuvo el Espíritu Santo en la Encarnación del Verbo, como se lee en el Evangelio en la respuesta a la Virgen María: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra» (Lc 1,35). A su vez, el evangelista Mateo confirma este dato fundamental diciendo que María «se encontró encinta por obra del Espíritu Santo» (Mt 1,18). La piedad católica lo recuerda a diario en la oración del Ángelus.

2)  Para pensar

Sydney Michelle McLaughlin-Levrone, mujer de 24 años, atleta de los Estados Unidos, desde niña se dedicó al atletismo. Ahora, en las recientes olimpiadas de París, ganó dos medallas de oro: en los 400 metros con vallas y en el relevo de 4 x 400. Además, rompió su propio récord mundial. Es la primera atleta de pista en romper cuatro récords mundiales en la misma prueba. Es una campeona que siempre le ha atribuido su éxito a Dios y compartió su gratitud al ganar: “¡Honestamente, alabado sea Dios! No esperaba eso, pero Él puede hacer cualquier cosa. Todo es posible en Cristo. Así que sí, estoy simplemente asombrada”.

Ha escrito en un libro (“Más Allá del Oro: Corriendo del Miedo a la Fe”) que tuvo que afrontar una lucha contra la ansiedad y la perfección. Manifiesta su intención de glorificar a Dios tanto en la pista como fuera de ella, sabe que como cristiana, existe para glorificar a Dios: “Se trataba de mostrar al mundo el poder, la sabiduría, la bondad, el amor y el perdón de Dios. Había muchas maneras diferentes de hacerlo. Fuera de la pista, podía hacerlo sirviendo a los demás, poniendo sus necesidades antes que las mías y estando emocionada cuando Dios hacía una obra notable en sus vidas”. Y en la pista: “corriendo con toda mi mente y cuerpo…, porque correr fue el don que Dios me dio para usar, y al usarlo al máximo de mi capacidad y redirigiendo humildemente la atención hacia Él, Él sería glorificado. Y así, ganes, pierdas o empates, si corres bien la carrera, lo glorificas a Él”.

3)  Para vivir

La Virgen María, ante el desconcierto por el anuncio recibido, le pregunta de qué modo se haría al ángel y éste le responde que el Espíritu Santo la cubrirá con su sombra, y luego añade “porque nada es imposible para Dios”.

Son palabras a tener en cuenta, aconseja el Papa Francisco. Nos invitan a que cuando atravesemos situaciones difíciles, superiores a nuestras fuerzas, frente a las dificultades en una tarea apostólica, renovemos nuestra confianza en el Señor recordando las palabras del ángel: “Nada es imposible para Dios”. Estas palabras nos pueden ayudar mucho en la vida. Si lo creemos, dejamos obrar a Dios en nosotros.

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