
Seamos una familia Guadalupana, una familia que lleve a Cristo a todos los que nos rodean
La Virgen de Guadalupe es un hermoso instrumento de Dios para traer la paz y forjar nuestra patria.
La Virgen de Guadalupe es un hermoso instrumento de Dios para traer la paz y forjar nuestra patria.
La alegría es uno de los doce frutos del Espíritu Santo que San Pablo menciona y que el Catecismo de la Iglesia Católica recoge.
Para ser santo hay que estar enamorado de Dios y para eso debemos estar siempre con Él, ya sea en esta vida pero principalmente en la vida eterna.
Dar la vida es cuidar de los demás, en especial de aquellos que son responsabilidad muy cercana, comenzando con la familia.
El “motor del amor” es el que nos lleva a hacer frente a la “cultura del descarte”, invitándonos a generar una cultura “del cuidado de nuestra casa común”.
El mensaje que transmiten las olimpiadas empata bastante bien con el ideal cristiano de unidad y de paz.
Repetimos el Padre Nuestro sin darnos cuenta lo importante que es, pues fue Jesús quien nos ha enseñado a llamarle a Dios “Padre”.
La perfección de lo humano es lo cristiano, debido a que Jesús es perfecto hombre y perfecto Dios, modelo acabado de toda perfección humana.
No podemos ver a Dios con los ojos físicos, pero por todas partes advertimos su presencia y su acción.
Dios es un apasionado enamorado del hombre que, para que sus hijos tengan paz y alegría, ha ideado el sacramento de la reconciliación.
La peor secuela de la pandemia será tener mucho miedo, ansiedad, depresión, angustia, rencor, rabia, furia y mucha incertidumbre.
Precisamente en esta pandemia, la oración nos regresa la perspectiva de amor, paz y solidaridad que transforma nuestro corazón y cambia nuestra actitud.