
La santidad es posible en nuestros días. Eduquemos a nuestros hijos para que deseen ser santos
Si nuestras obras están basadas en el Amor, seguro serán obras buenas y no tendrán cabida los malos sentimientos o pensamientos.
Si nuestras obras están basadas en el Amor, seguro serán obras buenas y no tendrán cabida los malos sentimientos o pensamientos.
Con la necesaria formación litúrgica seguiremos asombrándonos en cada celebración.
Dios bien sabe lo que hay en nuestro corazón y cuáles son nuestras intenciones.
En la Eucaristía, Jesús está realmente presente con su cuerpo, su alma, su humanidad y su divinidad.
Dios no nos promete que nunca tendremos miedo, sino que, con su ayuda, podremos sobrellevarlo. El poder de la oración hace entrar la luz en las situaciones de oscuridad.
Cualquier devoción es buena siempre que nos permita acercarnos a San José y que el nos lleve a Jesús.
El papa Francisco está poniendo todos los medios humanos y sobrenaturales para obtener, lo más pronto posible, la paz en Ucrania.
Debemos tener claro que el gozo no siempre es inmediato, a veces es necesario padecer mucho para obtener un gozo mayor de cada situación.
Estamos en cuaresma, tiempo en el cual la iglesia compele a todos los católicos a hacer penitencia y ayunar durante cuarenta días y cuarenta noches en el desierto.
Nuestros pecados, nuestras miserias e iniquidades son muchas, pero la misericordia de Dios es aún mayor y siempre nos perdonará mediante el sacramento de la confesión.
A Dios le resulta grata la oración de intercesión, máxime si es por personas que no conocemos, porque manifiesta grandeza de alma y confianza en el poder divino.
El cuento de “La Bella y la Bestia” lo podemos leer como una alegoría de cómo con el bautismo recuperamos nuestra figura de Hijos de Dios.