
La brújula para no perderse. Fijar el rumbo
Si no sabemos a dónde llegar, nuestros pasos serán inciertos, nuestra vida va a la deriva, sin rumbo.

Si no sabemos a dónde llegar, nuestros pasos serán inciertos, nuestra vida va a la deriva, sin rumbo.

Lamentablemente, son muchos los católicos que ignoran que el mes de junio está dedicado a la bella y sagrada devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

Abramos nuestro corazón para que Jesús actúe en él. Porque si no le damos permiso, no puede regalarnos sus dones. Él respeta nuestra libertad.

La verdadera alegría no es algo que nace de tener tantas cosas, sino de haber encontrado a una persona: a Jesús.

Jesús no quiere sólo buenos propósitos, busca que vivamos nuestra fe y amor de modo concreto, con hechos de adoración y de caridad.

Las buenas acciones, esas llamadas de misericordia, son siempre la ayuda a otros, no la autosatisfacción.

Que nuestros hijos vean que celebramos una gran fiesta para Jesús y signo visible no podemos olvidar arrullar al niñito Jesús en la Nochebuena.

El rosario hace germinar las virtudes para que las almas consigan la misericordia divina.

La resurrección de Jesús “nos dice que la última palabra no es la muerte, sino la vida”.

Los actos de amor pueden ser cosas que nos cuestan trabajo hacer, pero que en este tiempo haremos por amor a Dios, por amor al Niño Jesús y por amor a nosotros.

La Virgen de Guadalupe es un hermoso instrumento de Dios para traer la paz y forjar nuestra patria.

San José es el modelo de padre, por haber tenido el honor de ser el papá terrenal de Jesús y tener que defender a su hijo de las asechanzas de quienes querían dañarlo.