
Con el Domingo de Ramos damos paso a la Semana Santa o Semana Mayor de nuestro calendario litúrgico
Después del camino cuaresmal, toca el turno a los días santos donde acompañamos a Jesús en su pasión, muerte y Resurrección.
Después del camino cuaresmal, toca el turno a los días santos donde acompañamos a Jesús en su pasión, muerte y Resurrección.
La fe se mantiene y crece, a pesar de la oscuridad que ciega, pues sigue humildemente apoyándose y confiando en Jesús, que nunca nos abandona.
Habrá que saber detectar la tristeza mala e impedir el pesimismo o el egoísmo que difícilmente se cura.
Debemos recordar que no hay amor más grande que el que da la vida por sus hermanos, sobre todo los que están más necesitados
Orar, orar mucho para liberar muchas mentes de esas posesiones que llevan los hombres a hacer el mal por el mal mismo.
Orar es dialogar con Dios con calma y sin presiones, porque orar lleva tiempo. Tiempo para hablar y tiempo para escuchar, por lo que en realidad es un diálogo entre nosotros y Dios.
La tentación diabólica hace creer que Dios no es bueno y se le echa la culpa de las guerras, las muertes de inocentes, etc.
Llevar una vida extraordinaria no solo depende de nuestros esfuerzos, sino que depende de que pongamos todo en manos de Dios y hagamos lo que nos toca de la mejor manera.
Jesús nos da muchas lecciones, entre ellas, de humildad, de pobreza, y sobre todo de amor, pues siendo todo un Dios, se hace hombre para morir y así redimirnos.
En la vida espiritual es importante la sencillez para no complicarse. El Señor nos invita a ser sencillos como palomas.
Está el peligro de considerar a Dios como alguien ambiguo, nebuloso o incluso como algo, como algunos que lo suponen como una energía.
De la oscuridad y de las tinieblas resplandece la fe. Una fe que proviene del amor y la confianza que se tiene en Dios.