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Posesiones de las mentes por demonios

Reflexionando sobre las narraciones de los Evangelios, se nos cuenta que Jesús recorría poblaciones y que además de predicar, hacía milagros y expulsaba demonios. Y también dio poder a sus discípulos de expulsar demonios en Su nombre. Y me hice una reflexión, que para un pueblo tan relativamente pequeño respecto al resto del mundo, el judío, Su pueblo, tenía muchos poseídos. Y Jesús ponía mucha atención a esos casos que encontraba en su peregrinar evangelizador para liberar a los poseídos.

Y en nuestros tiempos, sigue habiendo personas poseídas por demonios, casos que son atendidos por sacerdotes con poderes especiales para expulsarlos, los exorcistas. Y en general, eso sí, prácticamente no se publicitan dichos exorcismos, pues son asuntos privados de las víctimas liberadas y de sus familiares. Y en ocasiones los exorcistas tienen largas batallas con los demonios que poseen a alguna persona.

Jesús nos advirtió que los hijos de las tinieblas son más sagaces que los hijos de la Luz. Y eso es por la perversidad que guía a los seguidores del demonio, frente a la gentileza de quienes siguen al Señor, cuyo actuar es el amor de Dios entre los hombres. Y eso me lleva a pensar que la sagacidad del demonio lo ha llevado más a poseer las mentes que los cuerpos, claro que sin ninguna prueba, pero sí como una posible realidad.

La posesión de una mente humana puede ser muy evidente o no serlo para el poseído, es decir que estos últimos actúan bajo la influencia del diablo sin estar parcial o completamente conscientes del hecho. Hay abiertamente poseídos que rinden culto a Satanás, hasta le hacen “templos” y llevan a cabo ceremonias que llegan incluir no solo sacrificios de animales, sino de seres humanos. Adoran a Satanás abierta y públicamente, y aún sabiendo que eso les significará la condenación eterna.

Pero los poseídos de la mente que no son adoradores de Satanás, son guiados por éste y sus demonios menores a actuar en contra del Señor, de su iglesia, de sus creyentes, sean cristianos, judíos o de otras religiones que viven conforme a los caminos del Señor de una forma u otra, incluyendo también a personas de buena voluntad que viven buscando hacer el bien a los demás.

La perversidad ciega, feroz, inmisericorde en contra de la vida de todas las maneras, por el aborto provocado, la eutanasia, las guerras, los asesinatos, las hambrunas y las enfermedades provocadas, y hasta por torturas que les divierten, sólo se puede explicar, considero, porque sus mentes están manipuladas por demonios, que los incitan a cometer toda clase de crímenes hasta por diversión, hasta los más horrendos e inimaginables para la gente que no concibe hacer el mal a otros por el mal mismo.

Por supuesto que hombres perversos, crueles, inmisericordes, los ha habido siempre, pero al parecer por mayor conocimiento de casos quizás, sobre los que nos narra la historia, o porque sí los hay más, podemos pensar que las posesiones de la mente son el arma favorita de Satanás en nuestros tiempos. ¿Qué debemos hacer entonces? Orar, orar mucho para liberar muchas mentes de esas posesiones que llevan los hombres a hacer el mal por el mal mismo, a atacar al Señor por ataques a Sus hijos. Vale la pena repetir una y otra vez una pequeña oración especial al arcángel San Miguel:

“San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén.”

Pero hay algo más, clave para liberar a la gente del control de los demonios, y es orar a María, madre de Jesús. Su solo nombre aterra a los demonios, y en especial cuando se le reza por medio del Ave María, por el rezo del rosario. Hay testimonios de exorcistas que citan dichos de demonios expulsados de cómo el nombre de María y de la oración mariana les afectan terriblemente y les alejan.

Oremos incansablemente pues a María, a San Miguel arcángel para que el Señor nos proteja, a la humanidad, de posesiones mentales de los demonios, y reducir los terribles males que la sociedad actual sufre en contra de Dios y de sus hijos por hombres perversos, muchos de los cuales están en cargos de poder público o con gran influencia social.

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