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Caminemos juntos como discípulos y misioneros

Acercarnos al Nacimiento. Para esta Navidad

1)  Para saber

Cada Navidad suele acompañarse de adornos y tradiciones, en que destaca el Nacimiento o Belén. El papa Francisco siempre ha mostrado interés en conservar y transmitir la costumbre de instalar un “Nacimiento”. Tan es así, que escribió una carta Apostólica llamada “Signo admirable” (Admirabile signum), en 2019. En ella indicaba que el pesebre es una alegre tradición, un “ejercicio de fantasía creativa, que utiliza los materiales más dispares para crear pequeñas obras maestras llenas de belleza”.

Cada nacimiento, continúa el Papa, es como un Evangelio vivo, para invitar a los hombres a ponerse espiritualmente en camino, atraídos por la humildad de Aquel que se ha hecho hombre para encontrarse con cada uno de nosotros. Por ello, lo que importa del Nacimiento es lo que le hable a cada uno.

Importa adentrarnos en el significado de la Navidad, para no quedarnos en la superficie sin provecho personal. San Josemaría Escrivá aconsejaba, porque así lo vivía, ponernos un rato delante del “Nacimiento”, platicar, rezar y aprender de los personajes.

2)  Para pensar

Al dirigir nuestras miradas al Nacimiento, reconocemos los personajes principales: Jesús, la Virgen María y San José. Jesús nos da muchas lecciones, entre ellas, de humildad, de pobreza, y sobre todo de amor, pues siendo todo un Dios, se hace hombre para morir y así redimirnos. De María aprendemos su fe grande, su generosidad ante los planes de Dios. En ella, señala el Papa, vemos que no tiene a su Hijo sólo para sí misma, sino que pide que obedezcan su palabra y la pongan en práctica. Y junto a María, está San José, representado con el bastón en la mano: es el custodio de Jesús y María que siempre confió en Dios e hizo su Voluntad.

Además, hay otros personajes que sin ser los principales, nos dan grandes enseñanzas. Veamos algunos: Los ángeles nos invitan a alegrarnos al anunciar a los pastores el nacimiento de Cristo. También nos enseñan a alabar a Dios con su canto: “¡Gloria a Dios en el cielo…!”. Los pastores, a su vez, nos atraen a ir presurosos al encuentro con Jesús y asombrarnos que el todopoderoso se presente como un niño frágil, para ser recibido en nuestros brazos.

Las tres figuras de los Reyes Magos, que llegan para adorar al Niño y ofrecerle sus dones, dice el Papa, nos “enseñan que se puede comenzar desde muy lejos para llegar a Cristo”. No se escandalizan por la pobreza del ambiente, ni dudan en ponerse de rodillas y adorarlo. Después contarían su encuentro con el Mesías, inaugurando el Evangelio entre las gentes. Incluso la estrella es señal de que también estamos llamados a adorar al Señor.

En el pesebre toda la creación participa en la fiesta de la venida de Jesús. Nos toca a cada uno saber escuchar y aprender sus lecciones.

3)  Para vivir

Meditar en la Navidad nos ha de ayudar a redescubrir la ternura y el amor de Dios que, siendo Creador del universo, se abaja a nuestra pequeñez. Y lo hace por nosotros, para estar cerca de nosotros; es un gran don que hay que saber agradecer. No somos simples espectadores, porque Dios nos conoce y ama.

El papa Francisco espera que esta práctica nunca se debilite y confía en que sepamos transmitirla con alegría a los hijos o nietos.

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