
Libres para amar. Del temor a la libertad.
Somos verdaderamente libres cuando amamos y servimos gratuitamente a quienes nos rodean.
Somos verdaderamente libres cuando amamos y servimos gratuitamente a quienes nos rodean.
Cuando la libertad es guiada por el amor, es cuando nos hace libres a nosotros mismos y a los demás.
El “motor del amor” es el que nos lleva a hacer frente a la “cultura del descarte”, invitándonos a generar una cultura “del cuidado de nuestra casa común”.
Tanto la teología como la inteligencia artificial nos conducen a la misma conclusión. La libertad es capacidad de elegir, pero no es eso primordialmente.
La alegría cristiana está acompañada del sentido del humor, en cambio, el mal humor no es un signo de santidad.
El mutuo cariño de los padres es fuente de alegría para los hijos y una escuela para aprender a expresar su amor.
La pandemia ha dificultado o perjudicado la dimensión amorosa de la vida humana en rubros muy diversos.
La Semana Santa es una experiencia que nos habla de la fragilidad, la debilidad, la angustia, el sufrimiento y la impotencia del Dios-Hombre frente a las autoridades.
“Para bailar el tango hacen falta dos”, lo que significa que en las crisis y vida conyugal hace falta que las dos partes tengan la voluntad de evitar el conflicto.
Las alegrías se convierten en motivo de alabanza y toda prueba es ocasión para pedir ayuda. Todo pensamiento puede convertirse en oración.
El amor y la amistad son realidades que convierten en maravillosa la vida, pero ninguna de las dos es individualista y egoísta.
La celebración del nacimiento de Jesús es un hecho histórico al grado que los calendarios y sus referencias al pasado la situaron como el año cero.