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Libres para amar

Libres para amar. Del temor a la libertad.

1) Para saber

Contaba una escritora, Mari Carmen Sánchez, un recuerdo de su juventud universitaria. Una compañera no fue a sus clases. La directora les preguntó a sus compañeras si estaba enferma su amiga. “No está enferma; nos dijo que hoy no quería ir a las clases”, le contestaron con temor de que la directora se enojara. Pero ésta respondió con tranquilidad: “Ah, está bien”. Y añadió: “Si la gente acepta que una alumna no asista a las clases por estar enferma, también ha de aceptar que no vaya porque no lo desea. La libertad de una persona es muy importante… Claro está que, en este caso, ella es la responsable de las consecuencias de su decisión que, obviamente, serían diferentes que si hubiera sido a causa de enfermedad”.

Cuando se obra con libertad, se tiene la responsabilidad de las consecuencias de esos actos. Pero la libertad no se perfecciona eligiendo lo que sea, sino cuando se elige el bien. La libertad ha de estar iluminada por la verdad, señala el papa Francisco. La libertad no se nos fue dada para “hacer lo que me apetece y me gusta”, pues sin el bien sería una libertad vacía, que nos deja, a la vez, también vacíos. Sólo cuando se elige el verdadero bien para nosotros y para los otros, la libertad es plena.

2) Para pensar

En un Congreso Eucarístico en Hungría, una mujer dio su testimonio. Se trataba de Barbara Heil, expastora protestante estadounidense y que habló sobre su camino hacia la fe católica y de la importancia de la Eucaristía para su vida. Declaró que se convirtió después de leer los hermosos escritos de la Biblia. El Evangelio de San Juan es una carta de amor de Dios a nosotros. También estudió a los Padres de la Iglesia, y, sobre todo, al profundizar sobre el significado de la Misa Eucarística. Concluía que no le quedó ningún argumento para no estar con la Iglesia Católica.

Para su salto de fe, reveló que tuvo que renunciar a muchas cosas, pero sólo así pudo ser libre para seguir al Señor. El papa Francisco afirmaba que se requiere valentía para dejar aquello que aleja del Señor: ¡No tener miedo del Él!

Aclaró Bárbara que fue “absolutamente central el encuentro con Cristo en la Eucaristía: cuando vengo a Misa, soy una gran adoradora…, sé que estoy con Cristo y Él conmigo. No lo dejo cuando dejo la Iglesia: Él está conmigo y en mí; me alimenta de sí mismo dándome su Cuerpo y su Sangre. Y es real”. En la Iglesia “necesitamos más gente enseñando, más catequesis… todo el mundo está llamado a ser santo, y es Jesús quien quiere conocerme”. Ahora se dedica a difundir las enseñanzas de la Iglesia Católica.

3) Para vivir

En la audiencia del papa, sucedió que un niño se le acercó espontáneamente. El papa comentó que podemos aprender esa libertad del niño, para también acercarnos al Señor sin temor, con confianza amorosa, pues sin amor no hay libertad.

Hay amor cuando buscamos el bien verdadero para uno mismo y los demás. Por ello es imprescindible el amor al bien para ser libres, porque un egoísta que decide lo que gusta desordenadamente, realmente ha perdido la libertad y está esclavizado a su gusto. Somos verdaderamente libres cuando amamos y servimos gratuitamente a quienes nos rodean.

 

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