
En el Año de la Familia. Un matrimonio ejemplar.
El mutuo cariño de los padres es fuente de alegría para los hijos y una escuela para aprender a expresar su amor.
El mutuo cariño de los padres es fuente de alegría para los hijos y una escuela para aprender a expresar su amor.
La pandemia ha dificultado o perjudicado la dimensión amorosa de la vida humana en rubros muy diversos.
La Semana Santa es una experiencia que nos habla de la fragilidad, la debilidad, la angustia, el sufrimiento y la impotencia del Dios-Hombre frente a las autoridades.
“Para bailar el tango hacen falta dos”, lo que significa que en las crisis y vida conyugal hace falta que las dos partes tengan la voluntad de evitar el conflicto.
Las alegrías se convierten en motivo de alabanza y toda prueba es ocasión para pedir ayuda. Todo pensamiento puede convertirse en oración.
El amor y la amistad son realidades que convierten en maravillosa la vida, pero ninguna de las dos es individualista y egoísta.
La celebración del nacimiento de Jesús es un hecho histórico al grado que los calendarios y sus referencias al pasado la situaron como el año cero.
El verdadero amor no “se acaba”, se abandona, se destruye, no es un acabarse inherente al amor, sino un resultado de lo que sobre ese amor hacemos o dejamos de hacer.
El Papa nos señala que fuimos hechos para el amor. Por ello, hay en nosotros la “ley de éxtasis”, que nos invita a salir de uno mismo para hallar en el otro un crecimiento de su ser.
Ahora que muchos han aprovechado este tiempo para recibir algunas clases de modo virtual, el papa Francisco nos invita a aprender a través de una cátedra accesible a todos, incluso sin ningún medio electrónico.
La persistencia del celibato significa que, a pesar de las debilidades y claudicaciones, hay ideales que pueden colmar por completo el corazón del hombre.
La verdadera libertad se alcanza al experimentar el amor de Dios. Jesús rompió la esclavitud del pecado, para que seamos capaz de amar y entrar en unión con Dios.