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Caminemos juntos como discípulos y misioneros

La ternura como método de Santa María de Guadalupe

Su santidad Francisco, en el mensaje en la Catedral Metropolitana, nos da una cátedra sobre  la “pedagogía Guadalupana”.

A propósito evité decir: “el mensaje a los obispos”, porque, aunque los asistentes a esa reunión fueron los obispos de México, ahí, el Papa nos ilustró con algunas características del Mensaje Guadalupano, que es un mensaje dirigido a todos los humanos y que fue aceptado, en un principio y principalmente, por los naturales de México en los momentos más difíciles de la evangelización.

Después de la caída de la gran Tenochtitlan en 1521, el panorama era desolador para los naturales que estaban derrotados, abandonados por sus dioses, desconfiando de los españoles, incluso de los misioneros, a quienes poco caso les hacían; y para colmo, los españoles llegados a colonizar e incluso algunas autoridades se aprovechaban y abusaban de ellos.

Estas circunstancias dificultaban mucho la evangelización, hasta que se produce el “Acontecimiento Guadalupano”, después del cual hay una aceptación de Santa María de Guadalupe y del mensaje cristiano. Esta gran aceptación y conversión se consideró sólo un milagro durante más de cuatro siglos, y es hasta el siglo XX en que algunos empiezan a buscar en el Mensaje Guadalupano la respuesta al por qué se produce esa gran aceptación y conversión.

Una hipótesis o posible explicación es que los naturales descubren en la imagen de Santa María de Guadalupe todo un códice para el cual ellos tienen el código que les permite reconocerla y aceptarla como personaje celestial, que antecede al principal Dios, que es una virgen, está embarazada o preñada de Dios mismo. En fin, éstas, entre otras cosas, acercan a los naturales a la “señora del Cielo”, como la llamaba Juan Diego.

Pero hay otra hipótesis o posible explicación de porqué los indígenas aceptan a Santa María de Guadalupe, y es por la forma de acercarse y tratar al pueblo indígena en la persona de Juan Diego. Es a esta forma a la que se refiere el Papa en ese discurso de la Catedral Metropolitana de México cuando dice: “Sé que mirando los ojos de la Virgen, alcanzo la mirada de vuestra gente que, en Ella, ha aprendido a manifestarse. Sé que ninguna otra voz puede hablar así tan profundamente del corazón mexicano, como me puede hablar la Virgen; Ella custodia sus más altos deseos y sus más recónditas esperanzas; Ella recoge sus alegrías y sus lágrimas; Ella comprende sus numerosos idiomas y les responde con ternura de madre porque son sus propios hijos”.

Con estas palabras, Su Santidad reconoce que nadie como Santa María de Guadalupe ha sabido acercarse y hablar al pueblo mexicano.

Posteriormente nos habla de la ternura como método para “conquistar” verdaderamente: “Ante todo, la Virgen Morenita nos enseña que la única fuerza capaz de conquistar el corazón de los hombres es la ternura de Dios. Aquello que encanta y atrae, aquello que doblega y vence, aquello que abre y desencadena, no es la fuerza de los instrumentos o la dureza de la ley, sino la debilidad omnipotente del amor divino, que es la fuerza irresistible de su dulzura y la promesa irreversible de su misericordia”.

Es evidente que el Papa Francisco no sólo conoce el Mensaje Guadalupano, sino que lo conoce a profundidad, con sus consecuencias, ya que da por hecho que la forma en que Guadalupe se dirige al pueblo de México es eminentemente amable, con gran ternura, utilizando el lenguaje de los naturales, el náhuatl, que es una lengua poética, amable por sí misma. Posteriormente se dirige a Juan Diego por su nombre y en diminutivo; y por si fuera poco, en las primeras palabras que le dice lo reconoce como su hijo, el más pequeño, y por tanto, Ella se establece como su madre.

Esta forma amable y tierna es lo que se conoce también como “Pedagogía Guadalupana”, ya que la Pedagogía es la ciencia de la educación, y educación es la facilitación para llevar al humano (normalmente niño) a un estado humano más desarrollado o a un aprendizaje, y éste es un proceso voluntario.

Es evidente que la evangelización difícilmente se podía concretar mediante el miedo o mediante la fuerza; es la pedagogía de la ternura y de la amabilidad la que produce esa gran aceptación del mensaje cristiano y es la que acoge su santidad para proponernos, a ejemplo de Santa María de Guadalupe, un medio para tratarnos, no sólo de obispos a fieles, sino que funciona para cualquier relación humana.

El mensaje del Papa tiene muchos supuestos, uno de ellos es la situación lamentable de pobreza, de inseguridad y de necesidad de humanización que tiene nuestro pueblo. Ante esto, Su Santidad menciona: “Se busca un regazo en el cual los hombres, siempre huérfanos y desheredados, están en la búsqueda de un resguardo, de un hogar.

Transcurridos siglos del evento fundante de México y de la evangelización del Continente Americano, “¿acaso se ha diluido, se ha olvidado, la necesidad de regazo que anhela el corazón del pueblo que se les ha confiado a ustedes?”

De esta manera hace alusión a las palabras con las que Santa María de Guadalupe se pone como protectora del pueblo mexicano y de la humanidad, ya que cuando Juan Diego está apurado y afligido por la grave enfermedad de su tío, Ella le dice: ¿Qué te preocupa? ¿Qué te aflige? ¿No estoy yo aquí que soy tu madre? ¿No estás bajo mi regazo?… Este mensaje es el que da por sabido SS Francisco y es al que alude, y así propone el crear regazos como lo hicieron muchos primeros misioneros como Vasco de Quiroga y Juan de Zumárraga, y ésta es una tarea de Iglesia, es una tarea que da trabajo, no sólo a las autoridades o a los obispos, sino a todos los que nos decimos cristianos.

 

 

@voxfides

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