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Caminemos juntos como discípulos y misioneros

Experimentar la misericordia / ¿Valoro la Confesión?

1) Para saber

En la Semana Santa culmina la Cuaresma que fue la preparación para la Pascua del Señor. En ella se rememora todo lo que Jesús padeció por nosotros, manifestándose su misericordia de un modo claro e inequívoco. Esa misericordia se continúa a lo largo de los siglos, haciéndose presente de muchas maneras. Una de ellas se lleva a cabo mediante el Sacramento de la Penitencia al recibir el perdón de Dios.

Por ello, dice el Papa Francisco: “La Iglesia vive un deseo inagotable de brindar misericordia… Ha llegado de nuevo para la Iglesia el tiempo de encargarse del anuncio alegre del perdón… el perdón es una fuerza que resucita a una vida nueva e infunde el valor para mirar el futuro con esperanza” (Bula El Rostro de la misericordia, n. 12).

Y adelante enfatiza: “De nuevo ponemos convencidos en el centro el Sacramento de la Reconciliación, porque nos permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia. Será para cada penitente fuente de verdadera paz interior”.

2) Para pensar

Un suceso en Perú nos muestra la gran fe de unas personas en el Sacramento de la Reconciliación.

Sucedió en la población de Abancay, donde el párroco se disponía a cerrar el templo, cuando llegó un indígena con su mujer y su compadre. La mujer llevaba un niño pequeño de pecho. Le preguntaron al sacerdote si podía confesarlos. Les respondió que sí, pero que lo esperaran un rato, pues debía atender a un moribundo en ese momento. Ellos le dijeron que lo esperarían lo que hiciera falta.

Cuando regresó el sacerdote, el esposo se confesó. Luego le dijo que ahora se iba a confesar su compadre y le pedía que lo tratara “bonito”, pues llevaba muchos años sin confesarse, y si no lo trataba bien, posiblemente no volvería a confesarse. El sacerdote le respondió que lo trataría muy bien, que no se preocupara. Después confesó a la mujer también.

Pero el niño empezó a llorar de un modo tremendo. El sacerdote preguntó qué le sucedía al niño. Ellos contestaron que ya se tenían que ir, pues había sido muy larga su caminata y que el niño se calmaría en el camino. Cuando le dijeron de dónde venían, el sacerdote no podía creerlo, pues era muy lejos, teniendo que subir y bajar los montes. Pero más se sorprendió cuando le dijeron el tiempo que había hecho caminando desde su poblado: ¡25 horas! Y estaban dispuestos ahora a recorrer otras 25 horas de vuelta por la noche. Además, no habían podido comer nada y la pobre mujer ya no tenía leche para darle al niño. Y todo para confesarse y para que se confesara ese amigo que no lo hacía desde hace muchísimos años.

El párroco les consiguió un alojamiento y comida para que durmieran esa noche y que al día siguiente alguien pudiera ayudarles en su regreso.

3) Para vivir

Un peligro para la vida espiritual está en que se introduzca la rutina, y puede suceder también en el Sacramento de la Reconciliación. Para evitarla, habría que fomentar el dolor por los pecados, así como recordar que a Jesucristo le costó la vida y pagó con toda su sangre el precio de nuestros pecados por amor a nosotros.

Un buen propósito para este Año de la Misericordia puede ser acudir al Sacramento de la Reconciliación con la frecuencia adecuada y con mejores disposiciones.

@voxfides

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