
El Espíritu Santo y la Iglesia (5). Conseguir lo imposible
Las palabras “Nada es imposible para Dios” nos pueden ayudar mucho en la vida. Si lo creemos, dejamos obrar a Dios en nosotros.
Las palabras “Nada es imposible para Dios” nos pueden ayudar mucho en la vida. Si lo creemos, dejamos obrar a Dios en nosotros.
María, Madre del buen consejo, nos enseña y ayuda a confiar y esperar en Dios en toda ocasión y a vivir el amor al prójimo.
Cuando oramos, no sabemos en qué momento o de qué manera obra Dios para hacer que esa persona se convierta y sienta su fe y obre en consecuencia.
La pobreza de espíritu ayudará para solucionar la pobreza material, pues quien tiene, utilizará aquello para beneficio de los otros.
A veces no es fácil defender nuestra fe, pero no dudemos de su valor y pongámonos de pie cuando sea preciso.
La cultura moderna no tiene medios para enfrentarnos a la muerte. En cambio, la fe cristiana nos ofrece recursos asombrosos y suficientes.
La fe se mantiene y crece, a pesar de la oscuridad que ciega, pues sigue humildemente apoyándose y confiando en Jesús, que nunca nos abandona.
Habrá que saber detectar la tristeza mala e impedir el pesimismo o el egoísmo que difícilmente se cura.
La oración, la limosna y el ayuno nos ayudan a vaciarnos y liberarnos de los apegos que nos aprisionan.
Tengamos siempre la confianza en la misericordia infinita de Dios que nos ayuda y nos perdona todo, facilitándonos el Sacramento de la Reconciliación.
San Pablo describe a la Iglesia como un cuerpo con sus diferentes miembros, para explicar la variedad de sus carismas.
En la vida espiritual es importante la sencillez para no complicarse. El Señor nos invita a ser sencillos como palomas.