
El valor de lo pequeño. Los tres milagros
El papa Francisco nos invita a imitar el ejemplo de Simeón y Ana, estos «peregrinos de la esperanza» que tienen ojos límpidos capaces de ver más allá de las apariencias
El papa Francisco nos invita a imitar el ejemplo de Simeón y Ana, estos «peregrinos de la esperanza» que tienen ojos límpidos capaces de ver más allá de las apariencias
“Apunta a la luna. Si fallas, podrías dar a una estrella”, esta frase del exitoso empresario y filántropo William Clement Stone nos invita a mirar alto.
Consagrar es dedicar voluntariamente a Dios y lo podemos hacer de manera personal y también familiarmente.
Pidamos al Señor que nos enseñe a escuchar su Palabra y a responderle con generosidad para ser cada uno, como la Virgen María, un himno de la alegría que sepamos transmitir a los demás.
La cuaresma es el tiempo de perdonar las ofensas, de ofrecer disculpas, de corregir los errores y sobre todo de tener abierto el corazón para recibir las gracias de parte de Dios.
Se dice que la esperanza es como el sol, pues arroja todas las sombras detrás de nosotros.
Cuando oramos, no sabemos en qué momento o de qué manera obra Dios para hacer que esa persona se convierta y sienta su fe y obre en consecuencia.
El papa Francisco nos invita a pedirle al Señor que aumente nuestra caridad y nos conceda un corazón abierto y generoso para no ser indiferentes ante las necesidades de los demás.
Con la esperanza podemos vivir con alegría y serenidad nuestro presente, pues Jesús nos asegura un futuro confiable y un horizonte luminoso.
Tengamos siempre la confianza en la misericordia infinita de Dios que nos ayuda y nos perdona todo, facilitándonos el Sacramento de la Reconciliación.
“La esperanza es como el azúcar en el café, tan solo unos granos endulzan y ayudan a pasar los ratos amargos de la vida”.
De la oscuridad y de las tinieblas resplandece la fe. Una fe que proviene del amor y la confianza que se tiene en Dios.