
La Belleza de la Liturgia (24). ¿Para qué arrodillarse?
La persona nunca es tan grande como cuando se arrodilla”, decía san Juan XXIII. Arrodillarse es una postura humilde de quien se sabe poca cosa ante quien lo es todo, ante Dios.
La persona nunca es tan grande como cuando se arrodilla”, decía san Juan XXIII. Arrodillarse es una postura humilde de quien se sabe poca cosa ante quien lo es todo, ante Dios.
Las buenas acciones, esas llamadas de misericordia, son siempre la ayuda a otros, no la autosatisfacción.
Estamos a pocos días de la Nochebuena y de poder celebrar el Nacimiento de Jesús en nuestros corazones.
Es peligroso hacer las cosas sin saber la razón de las indicaciones o las normas.
Dar gloria a Dios no le añade algo a la belleza de la luz donde habita Dios, quien ya es perfección absoluta e infinita.
Las cosas materiales y comunes no solo sirven para facilitar el encuentro con Dios, sino que además adquieren en sí un nivel muy superior al de simples criaturas.
La fraternidad no es otra cosa que vivir el Amor de Dios en comunidad y preocuparnos por que todos lo podamos sentir.
“Lutero, con su perverso sistema de someter la palabra de Dios al examen y juicio de cada uno, hizo más daño a la religión católica que todos los herejes de la época pasada”.
Si nuestras obras están basadas en el Amor, seguro serán obras buenas y no tendrán cabida los malos sentimientos o pensamientos.
El deseo del encuentro con Dios ha sido tan fuerte en algunos que no han dudado incluso en dar la vida.
Con la necesaria formación litúrgica seguiremos asombrándonos en cada celebración.
Todos los hombres podemos rendir un culto digno a Dios si nos unimos a Cristo por el Bautismo.