
Adviento: tiempo de reconciliación y fraternidad
La misericordia de Dios es la esencia de toda la historia de la Salvación, el porqué de todos los hechos salvíficos.
La misericordia de Dios es la esencia de toda la historia de la Salvación, el porqué de todos los hechos salvíficos.
La persona nunca es tan grande como cuando se arrodilla”, decía san Juan XXIII. Arrodillarse es una postura humilde de quien se sabe poca cosa ante quien lo es todo, ante Dios.
Que nuestros hijos vean que celebramos una gran fiesta para Jesús y signo visible no podemos olvidar arrullar al niñito Jesús en la Nochebuena.
Los actos de amor pueden ser cosas que nos cuestan trabajo hacer, pero que en este tiempo haremos por amor a Dios, por amor al Niño Jesús y por amor a nosotros.
La Virgen de Guadalupe es un hermoso instrumento de Dios para traer la paz y forjar nuestra patria.
Cuando tengamos la tentación de juzgar mal a los otros, debemos reflexionar sobre nuestra fragilidad y no seguir el camino fácil del chismorreo.
El adviento nos conduce a mirar simultáneamente hacia adelante y hacia atrás.
Todo empezó con el hecho de que los Nacimientos fueron sustituidos por el frío árbol navideño cargado de esferas y que ningún mensaje comunica.
La pandemia constituye una ocasión privilegiada para vivir más intensamente el adviento, el espacio para preparar la Navidad, pues nos recuerda nuestra limitación y fragilidad.
Inicia el adviento porque se acerca Navidad, pero ahora lo viviremos muy diferente porque podremos reflexionar sobre el por qué existe esta época de preparación.
El adviento es el tiempo perfecto para preparar a nuestra familia y cambiar de mentalidad, para dejar de pensar en el yo y pensar más en el otro.
La vida del cristiano ha de ser un crecimiento, y para ello hay que llevar el estilo de vida del cristiano: “Es un estilo como el de Jesús, sustentado en la humildad”.