huellas
Caminemos juntos como discípulos y misioneros

Sor Cristina

Ver a un rapero tatuado en todo el cuerpo y una calavera con alas de murciélago en su garganta conmoverse hasta las lágrimas por lo que estaba pasando, es sorprendente; y así estaban el resto de los jueces, una experimentada bailarina, cantante y entrevistadora, que reconoce que no sabe lo que está diciendo al ser sorprendida por las respuestas de la hermana Cristina. Un roquero que siente que está drogado por lo que está pasando, y una cantante que cree que es un sueño lo que está viendo.

Yo he recibido un don, y yo lo dono. El Papa Francisco nos dice que siempre vayamos a evangelizar, y eso es lo que estoy haciendo aquí. Estas fueron las palabras con las que se presentó al mundo la hermana Cristina Scuccia en la audición a ciegas para concursar en el programa de La Voz de Italia. Y el resto de la conversación se puede ver en el video que ya tiene ¡más de 52 millones de vistas!

¿Eres una hermana verdadera? Le preguntó una de las jueces del concurso, que no daba crédito a lo que estaba viendo, y la respuesta de la religiosa fue: ¡Soy una hermana verdaderísima! Y ciertamente todo su comportamiento transpiraba la alegría de quien vive su vocación a plenitud, con plena conciencia, claro, además del hábito y el crucifijo que portaba con orgullo al pecho.

Tienes una energía increíble, le dijo otro juez; y ciertamente la alegría y naturalidad con que la monja bromeaba, se reía e interrumpía a los jueces, era contagiosa. Pero la cosa no paró ahí, después hubo muchas semanas de concurso, donde se podía ver la parte humana de la joven religiosa sufriendo por lo que los jueces y el público decidieran sobre sus presentaciones, permitiéndole seguir en las diferentes etapas del concurso.

“Uno su mille”, canción en italiano que fue de mis favoritas, nuevamente dio pie para mostrar el apoyo del público, de los jueces y, por supuesto, de sus hermanas Ursulinas de la Sagrada Familia que la acompañaban. Los jueces le dijeron entre otras cosas que cantaba “divinamente”, que era “venida del cielo”, “sor divina”, que  tenía “una energía increíble”, mostrando, quizá sin querer, una clave del valor que esta singular concursante aportaba en cada etapa del concurso.

Al final de la competencia, después que el público le dio el triunfo con poco más del 62 por ciento de los votos, también fue el momento de un gran testimonio de la Sorella Cristina, quien, además de agradecer a todos los que la ayudaron, dio gracias a Dios y dirigió a todo el público recitando un Padre Nuestro en agradecimiento al Señor, quien es la razón por la que ella estuvo ahí, para hacer presente a Jesús.

Una de las graves enfermedades del cristiano hoy es tratar de separar su vida “normal” de su vida de “fe”, logrando en el proceso hacer completamente intrascendente toda su vida, sin resultados prácticos ni para sí mismo ni para sus semejantes.
¡Cuántas veces esa parece ser la premisa!: ir a misa los domingos, rezar o persignarse, pero al salir del templo o de la casa a nuestras actividades, lo hacemos sin la vestidura de los cristianos, que es la alegría, la congruencia y las ganas de utilizar nuestros dones para servir a los demás.

Quizá la enseñanza más importante brindada por Sor Cristina, sea entender que nuestros dones son para usarlos con el hábito bien puesto y llenos de alegría, en los medios más impensables, en las “periferias existenciales” a donde nos invita el Papa Francisco que vayamos a evangelizar; a todos esos lugares donde urge llevar a Cristo para beneficio de tanta gente que ahora sufre por su ausencia.

Pidamos el Espíritu Santo en esta fiesta de Pentecostés para que nos impulse a compartir nuestra experiencia del encuentro con Cristo en: la política, la universidad, el trabajo, nuestro hogar, los espectáculos y en cualquier otro lugar donde tengamos la oportunidad de dar de lo que tenemos, de lo que se nos ha dado.

Tomado del portal http://encuentra.com/

@yoinfluyo

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