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El Papa Francisco en Turquía: un viaje de encuentro y amistad

 

El Santo Padre Francisco concluyó este domingo 30 de noviembre su viaje apostólico a Turquía, el cual tuvo un gran significado de aprecio y cercanía con las Iglesias Ortodoxas, la comunidad musulmana, así como de reconocimiento a la nación turca por la acogida de millones de refugiados, perseguidos por motivos religiosos o étnicos.

Dicho viaje comenzó el viernes 28 y tuvo como primer destino la capital Ankara, donde visitó el Mausoleo de Ataturk, donde depositó una ofrenda floral. Posteriormente se realizó la ceremonia de bienvenida y la visita de cortesía al Presidente de la República. El primer discurso de Su Santidad fue durante el encuentro con las autoridades, en el que reconoció que Turquía no sólo es grande por su pasado sino por su actualidad, por su importancia intercultural e interreligiosa, destacando su generosidad al recibir a quienes huyen de la violencia, y cuyas decisiones, por su contexto, repercuten internacionalmente.

Para cerrar este primer día, tomó la palabra ante el responsable de Asuntos Religiosos de Turquía, Diyanet, en la que mencionó que es importante el encuentro y el diálogo con las autoridades y hacia otras religiones, sin lo cual “una visita papal no respondería plenamente a su finalidad”.

Resaltó la importancia de la amistad entre los creyentes, por ser valiosa en sí misma y más aún en tiempos de crisis como a los que asistimos ahora por tantos conflictos, por situaciones de violencia como las que ocurren en Siria e Irak, y afirmó que: “La vida humana, don de Dios Creador, tiene un carácter sagrado. Por tanto, la violencia que busca una justificación religiosa merece la más enérgica condena, porque el Todopoderoso, es Dios de la vida y de la paz”. Además, comentó que los líderes religiosos deben denunciar los ataques contra la dignidad y los derechos humanos, pero que a la denuncia debe seguir el trabajo para hallar soluciones, y que en esto se requiere la participación de todos. Reconoció la generosidad del pueblo turco por acoger a dos millones de refugiados que huyen de la violencia desatada en su contra.

En el segundo día de actividades, el sábado 29 de noviembre, el Papa Francisco se trasladó a Estambul, en donde acudió al Museo de Santa Sofía y a la Mezquita Sultán Ahmed, la llamada Mezquita Azul. Celebró la Santa Misa en la Catedral Católica del Espíritu Santo y su homilía se centró precisamente en la acción del Espíritu Santo. “Él da la vida, suscita los diferentes carismas que enriquecen al pueblo de Dios y sobre todo crea la unidad entre los creyentes: de muchos, hace un solo cuerpo, el cuerpo de Cristo. Toda la vida y la misión de la Iglesia dependen del Espíritu Santo”. Y agregó que: “cuanto más nos dejemos guiar con humildad por el Espíritu Santo, tanto mejor superaremos las incomprensiones, las divisiones y las controversias y seremos signo creíble de unidad y de paz. Signo creíble de que Nuestro Señor Jesucristo ha resucitado, está vivo”.

Al atardecer, el Papa Francisco y el Patriarca Bartolomé I elevaron una Oración Ecuménica en la Iglesia Patriarcal de San Jorge, acto en el que el Papa manifestó su gratitud y su alegría, alegría mutua que es más grande porque “no está en nosotros, no en nuestros compromisos y esfuerzos…, sino en la confianza común en la fidelidad de Dios que pone el fundamento para la reconstrucción de su templo, que es la Iglesia”. Al finalizar, el Papa Francisco pidió la bendición a Bartolomé I: “Y le pido un favor: Me bendiga y bendiga a la Iglesia en Roma”, y luego ambos tuvieron un encuentro privado.

En el último día de su viaje apostólico el Papa Francisco participó en la Sagrada Liturgia en la Iglesia Patriarcal de San Jorge, en la fiesta litúrgica de San Andrés, fundador de la Iglesia de Constantinopla. En su mensaje resaltó el encuentro del apóstol Andrés con Jesús, experiencia que le transformó y le motivó a comunicar su alegría a los demás, siendo el primero en recibir su mensaje su propio hermano, Pedro. Recordó a su vez los pasos hacia la unidad que se han dado por sus predecesores el Papa Paulo VI y el Patriarca Atenágoras, así como la promulgación del Decreto Unitatis Redintegratio del Concilio Vaticano II en que se afirma que las iglesias ortodoxas cuentan con verdaderos sacramentos. Subrayó que para la plena comunión entre las Iglesias es muy importante “conservar y sostener el riquísimo patrimonio de las iglesias de Oriente. El Papa Francisco dijo con claridad: “Lo único que la Iglesia Católica desea, y que yo busco como Obispo de Roma… es la comunión con las iglesias ortodoxas”. Señaló que hay voces que exigen esa unidad: los pobres, las víctimas de los conflictos y los jóvenes.

Su Santidad Francisco y el Patriarca Ecuménico Bartolomé I dieron una bendición ecuménica y firmaron una declaración conjunta en la que reafirmaron su intención de continuar sus esfuerzos por la unidad de los cristianos, en especial entre católicos y ortodoxos; de seguir con el diálogo que desarrolla la Comisión Mixta internacional instituida por el Patriarca Dimitros y San Juan Pablo II. De manera particular, manifestaron su preocupación por la violencia en Irak, Siria y todo el Medio Oriente, y expresamente afirmaron: “No podemos resignarnos a un Medio Oriente sin cristianos, que han profesado allí el Nombre de Jesús durante dos mil años”, y reiteraron que la terrible situación requiere, además de la oración constante, “una adecuada respuesta de la comunidad internacional”. Recordaron la situación de Ucrania, cuna de muchos cristianos, e hicieron un llamado al diálogo y al respeto del derecho internacional para alcanzar la paz en ese país.

Ya en la Catedral del Espíritu Santo, el Papa saludó a los jóvenes refugiados víctimas de la violencia, que son asistidos por los Salesianos, familia religiosa que está en Turquía desde 1903. Ahí, el Papa Francisco les dijo que hubiera querido reunirse con más refugiados, pero que no le había sido posible. Enfatizó que las condiciones en las que viven los refugiados son intolerables, pero no dejó de lado su llamado a la confianza.

Como último evento de la visita a Turquía se dio la despedida oficial y Su Santidad Francisco partió con de regreso a la Ciudad Eterna al filo de las cinco de la tarde.

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