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Bicentenario de Don Bosco; “no podemos detenernos”

El 17 de agosto se celebró la Santa Misa con ocasión del Bicentenario del Nacimiento de San Juan Bosco, Fundador de los Salesianos, en Turín, Italia, con alrededor de 10,000 asistentes, entre ellos, jóvenes de 54 países.

El décimo sucesor de Don Bosco, Ángel Fernández Artime, presidió la Eucaristía, misma que fue concelebrada por el Arzobispo de Turín, Monseñor Nosiglia, así como por su antecesor Pascual Chávez, y otros sacerdotes. Entre los asistentes a la celebración también se encontraba presente la Madre General de las Hijas de María Auxiliadora, Madre Yvonne Reungoat.

La reflexión de la homilía versó sobre la gratitud a Dios, por su intervención en la historia, en la historia de Juan Bosco; también agradeció por el año de gracia que con júbilo se celebró previo a esta fecha, cuando se inauguró el Bicentenario. Resaltó además la importancia de hacerse servidor de todos, en especial de los pobres y de los que están en peligro.

Recordó los señalamientos del Papa que para la Familia Salesiana hizo en su visita a Valdocco y en una carta dirigida a ésta, pero la presencia del Santo aún se prolongó con un mensaje que envió al Movimiento Juvenil Salesiano después del rezo del Ángelus, mismo que fue reproducido después de la Eucaristía.

Posteriormente, el Rector Mayor, el Padre Fernández Artime, y la Madre Yvonne Reungoat, atendieron a la prensa. En el encuentro, la Madre Yvonne llamó la atención sobre la aportación de los jóvenes salesianos ante escenarios de guerra o conflictos; el Padre Fernández subrayó que había delegaciones muy grandes venidas de lugares como Siria o Sudán del Sur.

Tras el gozoso año de celebración por el Bicentenario del Fundador de la Familia Salesiana, el Rector Mayor y sucesor de Don Bosco dijo que “no nos podemos detener”, se ha de mirar al futuro con esperanza. “Don Bosco posee una atracción fascinante universal porque ha dado hasta el último suspiro a los jóvenes”.

San Juan Bosco, en su infancia y juventud vivió la estrechez; sin embargo, desde muy pequeño tuvo presente la benevolencia de Dios, incluso sueños proféticos; ingresó al Seminario y fue ordenado Sacerdote.

Su pasión fue ayudar a los jóvenes, en especial los que vivían en pobreza o eran explotados por sus patrones; fundó el Oratorio, y a través de talleres capacitaba a los muchachos para que pudieran defenderse en la vida; contó con la gran ayuda de San José Cafasso y de su propia madre, Mamá Margarita. Con jóvenes de la Compañía de la Inmaculada, entre los cuales se encontraba Santo Domingo Savio, fundó a los Salesianos, tomando ese nombre por el Santo Obispo de Ginebra, San Francisco de Sales, fomentando la devoción a María Auxiliadora.

Hoy, la familia salesiana, tanto sus ramas masculina y femenina, se hallan en 132 países, con 30 grupos de esta familia, siendo más de 15,000 salesianos, los cuales han brindado una gran ayuda a los refugiados en Medio Oriente y niños huérfanos por causa de Ébola en África.

 

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