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El Cardenal Rivera abre la Puerta Santa en el Tepeyac

El Cardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo Primado de México, abrió la Puerta Santa de la Basílica de Guadalupe, este sábado 12 de diciembre, Solemnidad de Santa María de Guadalupe, al mediodía, previo a la celebración de la “Misa de las Rosas” en dicho Santuario.

La procesión inicial partió del Templo Expiatorio a Cristo Rey (la Antigua Basílica) y se dirigió hacia la Puerta Santa de la Basílica actual, la puerta central, que se encontraba señalada con un arco color turquesa y algunas imágenes con el logotipo oficial del Año de la Misericordia. Antes de comenzar el camino, se leyó el pasaje evangélico en que Jesús propone la parábola del Pastor que va en busca de la oveja perdida.

La fila de los Obispos y sacerdotes iba presidida por el Cardenal Rivera, y mientras hacían el recorrido hacia la Puerta Santa, se escuchaban la letanía de los santos. Ante la puerta, que representa a Cristo, elevó algunas oraciones y llamó a la Puerta con un martillo, tras lo cual, la empuja con las manos, abriendo la Puerta Santa para todos.

El Cardenal y el clero que le acompaña se dirigen hacia el Altar para dar comienzo a la Santa Misa, llamada “de las Rosas”, en la que, con la lectura de un fragmento del Nican Mopohua que describe las apariciones guadalupanas, se recuerda el momento en el que la Virgen de Guadalupe le da la señal que Juan Diego le llevará al Obispo Fray Juan de Zumárraga para comprobar que es Ella en persona la que envía a su mensajero indígena, en principio una hermosas rosas de castilla, cortadas en pleno invierno.

En su homilía, el Arzobispo Primado de México habló de la Misericordia de Dios y mencionó que María dio un Sí al Señor con mucho valor, no sólo en el momento de la alegría de la Anunciación, sino también en el momento en el que su Hijo “se desangraba” en la Cruz.

La Misericordia está al alcance de todos; no obstante, cada uno tiene la libertad de aceptar o no el amor de Dios, quien siempre respeta esa libertad. Subrayó que la Escritura dice que “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” pero Jesús entregó su vida incluso por “aquellos que se comportaban como sus enemigos”.

Mencionó que sí se puede cambiar el corazón de piedra en uno de carne, y por lo tanto llevarlo en la acciones de “una vida honesta, sirviendo a los demás, perdonando a los demás, en una vida solidaria con los demás”.

Destacó que no tengamos miedo, lo que también es el mensaje de Santa María de Guadalupe: “¿Acaso no estoy yo aquí que tengo el honor y la dicha de ser tu madre? ¡No tengas miedo! ¡Yo soy tu protección y resguardo! ¡No tengas miedo! ¡Yo soy la fuente de tu alegría! ¡No tengas miedo! ¡Te tengo colocado en el hueco de mi manto y te sigo abrazando en el cruce de mis brazos! ¡No tengas miedo! ¡Te amo con todo mi corazón!”, señaló el Cardenal.

Hacia el final de la celebración eucarística, el Cardenal bendijo una gran cantidad de rosas, de las cuales se destinaron algunas a diferentes vicarías episcopales y muchas otras se repartieron a los fieles asistentes a la Eucaristía.

 

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