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Caminemos juntos como discípulos y misioneros

La verdadera solución

La Sagrada Eucaristía es la única solución a tantos hechos violentos e infames que convulsionan a nuestros pueblos. ¿Por qué?

Porque, si cuando asistimos a la Santa Misa escucháramos con atención las palabras que pronuncia el sacerdote, oiríamos que Jesucristo nos da su Paz, cuando antes de la Comunión dice: La paz les dejo, mi paz les doy.

No es algo instantáneo que por recibir la Hostia una ocasión, se acaben los abusos, crímenes, secuestros, corrupción y muerte. Se requiere de un proceso de conversión individual, familiar y comunitaria. ¿Cómo?

Primeramente, se requiere que cada persona en lo individual vaya profundizando en su vida espiritual de manera seria y honesta, es decir, decidirse sin reservas a conocer y amar a Dios Santísima Trinidad y a la santísima Virgen María, orando diariamente y recibiendo dignamente la Sagrada Hostia.

Esto contagiará de amor al interior de cada familia, los esposos se amarán verdaderamente, disminuirá el riesgo de confrontaciones e infidelidades y se encargarán de dar un constante testimonio cristiano a sus hijos. Conforme vayan éstos creciendo, estarán más protegidos contra vicios y pecados.

Pero esto se debe de extender, además de nuestros familiares y amigos, a desconocidos y desprotegidos que no conocen a Dios y sus maravillas. Que no nos de pena o temor enseñar a alguien a orar y hablarles de la importancia de acercarse a su parroquia, llevándolos incluso a buscar el auxilio de algún sacerdote que los reciba para inducirlos a orar y hacer la primera comunión, o catequizarlos para que puedan ser católicos realmente practicantes.

Esto no es una utopía, es un ideal que debe arder en el corazón de cada uno de nosotros y transmitirlo en nombre de Jesucristo, como él, por medio de nuestros padres y amigos, nos lo ha transmitido en algún momento de nuestra vida.

La fórmula es difícil y paradójicamente sencilla : Comunión y Oración.

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