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La rebelión de los cristianos

Diversos reportes internacionales coinciden en señalar a los cristianos como las personas más perseguidas del mundo, ya sea de manera abierta o mediante el acoso, la intolerancia y la discriminación. En otras palabras, sufren persecuciones violentas y de baja intensidad.

Es creencia común que las persecuciones religiosas de baja intensidad son menos nocivas que las abiertas, porque no hay muertos. De este modo, quienes las orquestan se justifican y, malamente, cuantos las sufren suelen conceder. Sin embargo, Jesús de Nazaret opinaba de manera muy diferente. El Nazareno pidió a sus seguidores que no se preocuparan tanto por quienes pueden matar el cuerpo, como de aquellos que matan el espíritu. Tenía razón.

Las persecuciones de baja intensidad se caracterizan por dar muerte lenta al espíritu mediante el acoso cultural y jurídico, hasta incapacitar a las personas para el ejercicio de su libertad. Lo cierto es que, como señala el recién publicado reporte de Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), entre ambas formas de persecución no hay fronteras. El acoso, la intolerancia, la discriminación y la violencia son partes de una sola correa de transmisión. Y en esto, los políticos occidentales son expertos.

Los ejemplos de persecuciones de baja intensidad en Occidente podrían multiplicarse, pero basten dos botones de muestra. Estados Unidos, hasta hace poco, era considerado el paraíso de la libertad religiosa; pero no más. Un ejemplo. En ese país los cristianos, católicos y protestantes, han desarrollado una importante red hospitalaria, la cual ejerce un contrapeso significativo a la voracidad de la industria médica, porque su labor tiene un enfoque basado en la caridad. Conjuntan su alta calidad profesional, con su capacidad de dar acceso a la salud a innumerables personas y familias que, de otro modo, estarían perdidas. Por lo anterior, llama la atención que, en California, estén por aprobar una ley que obligaría a estos hospitales a practicar abortos a libre demanda, sin cabida alguna a la objeción de conciencia. De negarse, tendrían que cerrar sus puertas.

Otro ejemplo. El famoso Obamacare obliga a los empleadores a colaborar directamente con la práctica del aborto a través de las pólizas de seguros. El caso de las Pequeñas Hermanas de los Pobres es muy interesante, pues se trata de una congregación religiosa dedicada a cuidar enfermos graves y ancianos en sus propias casas. El gobierno de Obama las amenazó con cientos de miles de dólares de multas si no aceptaban colaborar. Ningún llamado a la razón surtió efecto y el desenlace sigue pendiente en tribunales. La lucha de los cristianos en defensa de su liberad de conciencia y religión nos recuerda a David y Goliat.

¿Por qué tanta saña contra los cristianos? La clave está en la radical opción de éstos por la justicia, la vida, la libertad de conciencia y de religión. En los dos ejemplos anteriores, están en juego las políticas públicas que promueven el aborto, la eugenesia y la eutanasia. Estas religiosas y hospitales demuestran que no existen vidas “que no merezcan ser vividas”, porque la misericordia es amiga de la competencia profesional, de la inteligencia y de las personas.

Es muy claro. Estas persecuciones tienen su origen en la rebelión de los cristianos contra la cultura del descarte y el chantaje ideológico de la dictadura del relativismo.

Esta rebelión, de dimensiones internacionales, tiene un programa muy bien diseñado, el cual consta de catorce líneas de acción, las cuales han demostrado gran capacidad para transformar a las personas y las culturas en clave de bondad. No requieren de gran infraestructura pues lo mismo se implantan y desarrollan en las pequeñas comunidades, como las familias, hasta en las grandes políticas públicas. Fueron anunciadas, de palabra y obra, por el mismo Jesús de Nazaret (Mateo: 5, 11 y 25). Estas son: visitar a los enfermos, dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, dar posada al peregrino, vestir al desnudo, visitar a los presos, enterrar a los difuntos, enseñar al que no sabe, dar buen consejo al que lo necesita, corregir al que se equivoca, perdonar al que nos ofende, consolar al triste, sufrir con paciencia los defectos del prójimo y rezar a Dios por vivos y difuntos.

Quienes orquestan las persecuciones de baja intensidad quieren evitar que los cristianos sean cristianos. Pero eso también lo previó Jesús y articuló una estrategia de resistencia y contraataque a la opresión que ha mostrado ser imbatible a lo largo de la historia. Seguiremos.

 

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