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El atrevimiento de Agustín Basave

Agustín Basave, nuevo presidente del PRD, declaró al periódico La Razón que, en la búsqueda de alianzas con otros partidos, incluido el PAN, temas como aborto, voluntad anticipada, matrimonio gay y legalización de la mariguana, pueden quedar de lado.

Las reacciones de parte de la izquierda fueron del asombro a la condena, pues consideran que son demandas históricas, parte sustantiva de su ideología.

Me parece una visión corta de la historia y de la izquierda. Veamos.

El aborto está lejos de ser demanda histórica de la izquierda mexicana y latinoamericana. No hace mucho consideraban el abortismo como parte de la ideología imperialista para contener el desarrollo de los pueblos marginados. En los años setenta lanzaron una campaña continental e hicieron un documental llamado “Los hijos del subdesarrollo” que, en su pobreza material, mostraba una gran riqueza humana.

Después de estudiar mucho el tema, he concluido que tenían razón. La única justificación del abortismo es el control poblacional. Sólo cuando la huérfana socialdemocracia europea se alió con ese liberalismo ramplón, promotor del narcisismo como forma de vida, el aborto se volvió una de sus banderas. Y la izquierda latinoamericana, en su confusión, compró el boleto.

La legalización de la mariguana con fines lúdicos tampoco ha sido una de sus demandas. Antes bien, se ha opuesto constantemente a cualquier política que intoxique a la juventud porque, al enajenarla, le impide pensar en la realidad formada de injusticias estructurales, que es imperioso combatir. Decir que es una demanda histórica es trampa, un burdo intento de crear una tradición de un asunto coyuntural.

Por otro lado, el uso de la cannabis con fines medicinales tiene gran consenso, como la necesidad de discutir la estrategia de combate al narco. No son asuntos de izquierda o derecha, sino de sentido común.

El matrimonio gay tampoco puede formar parte de esas demandas históricas, porque su debate es de factura reciente. También hay que matizar. Existe consenso en la justicia que implica proteger distintas formas de asociación entre seres humanos, entre ellas, la unión de dos personas del mismo sexo; pero hay gran controversia en concederles el estatuto legal de matrimonio. No es un acto de discriminación, sino de fineza jurídica, porque, en su propia constitución, sería una situación de distinta naturaleza a la unión heterosexual. Ni es un debate cerrado, ni la izquierda lo ha defendido históricamente.

En cuanto a la voluntad anticipada, hay acuerdo entre los distintos partidos para favorecerla, incluida la izquierda, porque se encuentra en las antípodas de la eutanasia, y en México existe un general rechazo a la misma. Por el contrario, se ha creado otro muy favorable a los cuidados paliativos. Es más humano cuidar enfermos, discapacitados y ancianos, que matarlos.

Parte de la izquierda mexicana y latinoamericana se desnaturalizó cuando pactó con el liberalismo radical europeo. Abandonó su confianza en las personas a cambio de una antropología pobrísima que, por considerar al ser humano como individuo narcisista, reduce la libertad al simple cumplimiento del deseo, es decir, a capricho.

Esta visión de la persona devasta los naturales mecanismos de solidaridad, como son la familia y demás cuerpos intermedios de la sociedad civil, sin los cuales la justicia deviene en quimera.

La izquierda debe alejarse ya de esa visión cortoplacista y ramplona, para recuperar su vocación por una auténtica justicia social.

El atrevimiento de Agustín Basave es digno de celebración. Ojalá genere un serio debate en la izquierda mexicana.

 

 

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