
La Belleza de la Liturgia (7). Un sacrificio para mí
Los actos heroicos conmueven, pero además si fueron realizados en beneficio de uno, adquieren una especial belleza llena de afecto y agradecimiento.
Los actos heroicos conmueven, pero además si fueron realizados en beneficio de uno, adquieren una especial belleza llena de afecto y agradecimiento.
El dolor esconde una belleza que a veces no se valora. Nuestra naturaleza conlleva un instinto para conservarnos, que es muy positivo.
Lo maravilloso de la Liturgia es que nos garantiza la posibilidad de un verdadero encuentro con nuestro Señor.
Dios bien sabe lo que hay en nuestro corazón y cuáles son nuestras intenciones.
La auténtica educación es la religiosa y de manera muy especial la católica, la cual trae una serie de ventajas que no ofrece algún otro tipo de educación.
En la Eucaristía, Jesús está realmente presente con su cuerpo, su alma, su humanidad y su divinidad.
Será el domingo 4 de septiembre cuando sea beatificado Juan Pablo I quien, tras la muerte de San Pablo VI, ocupó el solio pontificio durante treinta y tres días.
Lo que más necesita la Iglesia, para ser de verdad “luz de las naciones”, es que haya muchos laicos competentes y coherentes con su fe.
La liturgia nos enseña a tratar del modo apropiado y correcto a Dios mismo, nos enseña a ser “educados” con Dios.
Cuando el Señor da sentido a nuestra vida, nos sacia. Porque al calor de su presencia nuestra vida cambia: sin Él sería realmente una vida gris.
Acaba de terminar el X Encuentro Mundial de las Familias con el tema: “El amor familiar: vocación y camino de santidad”.
Una familia ha de ser un lugar donde las diferentes personas que la componen vivan unidas en el amor.