huellas
Caminemos juntos como discípulos y misioneros

Mi “sí”, ¿realmente es “sí”? La sinceridad vence la corrupción

1)  Para saber

“Una manera de ganar buena reputación es dedicarse a ser lo que deseas aparentar”. Esta frase atribuida a Sócrates nos invita a ser honestos.

El Papa Francisco comentó la parábola de aquel padre que invita a sus dos hijos a ir a trabajar a su campo. Uno le dice que sí va a ir, pero no va. El segundo, le dice que no, pero se arrepiente y sí va a trabajar. No obstante, su rechazo inicial, el segundo hijo es quien cumple la voluntad de su padre. Además, tiene una cualidad de la que carece el primero: es sincero. El primero miente para “quedar bien” ante su padre, para no recibir ninguna reprimenda. Incluso ante sí mismo pretende quedar bien, se cree bueno porque dijo que sí. Se esconde detrás de un falso “sí”, que esconde su pereza. Es un hipócrita que se escabulle sin conflictos, pero engaña y desilusiona a su padre, faltándole el respeto. El problema de un hombre que se comporta así es que no solo es un pecador, sino también un corrupto, porque miente sin problema para cubrir y camuflar su desobediencia, dice el papa.

2)  Para pensar

Decía el escritor Dostoievski que nada en este mundo es más difícil que decir la verdad y nada es más fácil que la adulación. Una muestra lo cuentan médicos experimentados. A veces tienen que hacer auténticos malabarismos para conseguir que los pacientes den los datos con objetividad. Por ejemplo, si le preguntan a un enfermo cuánto bebe, no basta que contesten que “lo normal”, porque si se pregunta a continuación qué considera él “lo normal”, puede resultar que son varios litros de vino al día. Es lo “normal” para él, ¡claro!

Contaba un médico que le preguntaba a una paciente mayor si había tenido enfermedades de pequeña. La mujer aseguraba que de pequeña no se había enfermado. Pero aquello no cuadraba con toda la información. Entonces el doctor le hizo una pregunta clave: “¿Y de más pequeña?”. A lo que la mujer contestó: “Sí; de más pequeña, sí”.

El conocimiento propio es requisito si queremos mejorar. Quien se cree perfecto, se quedará igual. Para conocerse, se requiere ser humilde. La persona soberbia no acepta que le corrijan. Pensemos si aceptamos lo que nos dicen, sobre todo, aquellos que nos aman.

3)  Para vivir

El hijo que dice “no”, pero luego va, aunque no es perfecto, es sincero. Sus palabras sinceras le muestran cómo es, y así decide luchar contra sí mismo Es por ello que se arrepiente y rectifica. Se conoce pecador, pero recapacita. El otro hijo se quedó tan campante al no confrontarse con sus palabras, y de esta forma, dice el papa, es un corrupto.

Para el pecador hay siempre esperanza de redención; en cambio, para el corrupto es mucho más difícil, pues se refugia en sus falsos “sí”, aparentemente elegantes pero hipócritas y no reconocerá que debe cambiar.

El papa Francisco nos invita a mirarnos a nosotros mismos y preguntarnos, ¿estoy dispuesto a comprometerme con mi “sí” a la voluntad del Padre, aunque cueste? Y cuando digo “no”, cuando me equivoco, ¿estoy dispuesto a arrepentirme y a regresar sobre mis pasos? ¿O hago como si nada y vivo llevando una máscara, preocupándome solo en aparecer como bueno? Evitemos la corrupción siendo sinceros con nosotros mismos y con los demás. 

Te puede interesar: EN EL MES DE OCTUBRE. LA RESPIRACIÓN DEL ALMA

* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

@voxfides 

Facebook: Vox Fides 

sdominguez@ew360.mx 

Artículos Relacionados