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Caminemos juntos como discípulos y misioneros

Es la confianza (IV). Unos caballos alados

1)  Para saber

“Tengo obligación de tener las manos llenas porque Dios se lo merece, pero no me desaliento cuando las veo vacías” (José Luis Martín Descalzo). Esta actitud la tenía Santa Teresita del Niño Jesús, señala el papa Francisco en su reciente Exhortación Apostólica. Santa Teresita invitaba a tener una confianza plena, más que en nuestros propios méritos, en el amor de Cristo que se nos ha dado hasta el fin. Pues no podemos tener certeza de poseer méritos propios, ni confiar en nuestros esfuerzos, sino más bien en la misericordia amorosa de Dios.

El Catecismo cita las palabras de Santa Teresita cuando dice al Señor: «Compareceré delante de ti con las manos vacías». Los santos han tenido siempre una conciencia viva de que sus méritos eran pura gracia de Dios. Esta convicción despierta una gozosa confianza y una tierna gratitud a Dios.

2)  Para pensar

Una de las batallas más decisivas para el curso de la historia fue para liberar a Viena del asedio otomano. En el año 1683, las tropas otomanas, compuestas por más de 150,000 hombres al mando del Visir Mustafá, sometieron a Viena a un duro asedio. Llevaban más de dos meses sitiándola y era casi inminente morir a manos de los otomanos.

Europa se sentía seriamente amenazada y formó unas tropas que estaban formadas por alemanes y polacos, entre los que se hallaban los Húsares Alados de Polonia, pero eran insuficientes. El ejército otomano sabía de su superioridad, y despreció al ejército liberador. Pero llegó una carga de caballería liderada por el Rey Juan III Sobieski, que se considera la mayor de la historia. Los jinetes eran 3000 Húsares Alados, llamados así porque sus caballos llevaban unas alas emplumadas unidas a sus corazas, dando la impresión de algo irreal, como caballos alados. Gracias a estos Húsares Alados, vencieron totalmente a los otomanos. Sobieski, recordando las palabras de Julio Cesar, pero reconociendo que le debían a Dios su victoria, dijo: “Vinimos, vimos, Dios Venció” (Venimus, vidimus, Deus vicit).

3)  Para vivir

“Cuando Dios resuelve tus problemas, tú tienes fe en Él. Cuando Dios no resuelve tus problemas, Él tiene fe en tus habilidades para resolverlos”. La actitud más adecuada, dice el papa Francisco, es depositar la confianza del corazón fuera de nosotros mismos: en la infinita misericordia de un Dios que ama sin límites y que lo ha dado todo en la Cruz de Jesucristo.

La confianza que Teresita promueve no sólo es respecto a la salvación eterna, sino también se aplica a cada momento de nuestra vida cotidiana, que es donde muchas veces nos abruman los temores que quitan la paz, el deseo de seguridades, la necesidad de tener todo bajo nuestro control o la preocupación por el futuro. En esas difíciles circunstancias es donde se nos invita a tener el santo “abandono” en el Amor, de ponernos totalmente en manos de Dios.

Santa Teresita insistía: «Los que corremos por el camino del amor creo que no debemos pensar en lo que pueda ocurrirnos de doloroso en el futuro, porque eso es faltar a la confianza». Si nos ponemos en las manos de un Padre que nos ama sin límites, podemos confiar en que su proyecto de amor y plenitud se llevará a cabo.

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