
El Espíritu Santo y la Iglesia (16) ¿Qué es el kerygma?
El Espíritu Santo viene sobre los que rezan; hay que invocarlo para que nos asista.

El Espíritu Santo viene sobre los que rezan; hay que invocarlo para que nos asista.

La alegría, tan deseada, no se consigue por el hecho de desearla, sino que podrá venir como fruto de las acciones.

La misericordia de Dios lo puede todo, desata todo nudo, disipa el odio y el espíritu de venganza.

El dolor no es sólo un camino hacia la ira y la desesperación; si está basado en la fe, es un buen maestro de amor.

«Ad Iesum per Mariam», es decir, «a Jesús por María». Este lema de la tradición católica afirma que a Jesús se va a través de la Virgen María.

El trato con Dios no se ha de limitar a pedirle ayuda. Por ello también hemos de rezar siempre con libertad, sin sentirnos obligados, ha de ser una oración libre.

Un proverbio chino dice: “No temas crecer lentamente; ten sólo miedo a quedarte quieto”.

La unidad familiar tan deseada, no es un objetivo fácil; pero su Creador nos ofrece las ayudas necesarias.

La vida es un tesoro, sin ella simplemente no seríamos. Sin embargo, es una realidad que entraña gran valor y no se limita a un modo de ser.

La unidad en la Iglesia y la familia empieza con el Espíritu Santo. Dejemos que el amor sea el centro para lograr la verdadera comunión.

“Para conseguir la paz, se necesita valor, mucho más que para hacer la guerra. Se necesita valor para decir sí al encuentro y no al enfrentamiento: papa Francisco”.

El demonio es astuto, hace creer que no existe y así domina todo.