
Voz del Papa. Como doy, así recibo
Para muchos es difícil perdonar el daño que han recibido y creen que no se puede. Ciertamente solos no pueden, hace falta la gracia de Dios que hay pedir.
Para muchos es difícil perdonar el daño que han recibido y creen que no se puede. Ciertamente solos no pueden, hace falta la gracia de Dios que hay pedir.
Así como oramos por “nuestros” difuntos, debemos orar por los “otros” difuntos o moribundos.
En este día debemos acompañar y apoyar a la Virgen María ante la gran pérdida que ha tenido, además de preparar nuestro cuerpo y alma para la resurrección de Jesucristo.
El perdón está presente en el Padre nuestro y es por ello que Dios perdona nuestras ofensas y pecado cada vez que nos encomendamos a él.
Cuando dañamos a alguien más en realidad es a nosotros mismos a quien dañamos
El Evangelio vuelve a resonar para ofrecernos una vida diferente, más sana y más feliz. Nos recuerda que cada persona necesitada tiene nuestra dignidad y es amada por el Padre.
El corazón humano es insaciable, la cuaresma nos recuerda que sólo Dios lo puede llenar, y nos invita a no conformarnos con menos.
La obra de Pittet nos permite asomarnos a un tiempo a la sima de la perversión humana en la pedofilia y a la cima de la grandeza humana con el perdón.
El 31 de diciembre nos coloca delante de dos realidades que invitan a reflexionar: 1) la temporalidad y 2) la responsabilidad en nuestra vida.
Por segunda ocasión, en menos de una semana, el Papa Francisco hace alusión a la violencia que se vive en México, y pide cantar “La Guadalupana” por México.
Tras el rezo del Ángelus, manifestó su rechazo a la violencia que se vive en Gabón, y llamó a reconstruir la paz mediante el diálogo y la legalidad.
La solución para recuperar la paz es el perdón. La falta de perdón es como un veneno que tomamos a gotas pero que finalmente nos termina envenenando.