
Un nuevo beato. El papa de la sonrisa
“Deja que tu sonrisa cambie el mundo, pero jamás dejes que el mundo cambie tu sonrisa”.

“Deja que tu sonrisa cambie el mundo, pero jamás dejes que el mundo cambie tu sonrisa”.

El Sagrado Corazón de Jesús nos vino a traer toda una espiritualidad especial donde el Amor y la esperanza tienen un lugar primordial y donde la devoción y frecuencia a la Eucaristía son básicas.

Se debe ser coherentes con la propia fe, obrar siempre de acuerdo a lo que creemos, hasta el final de nuestros días.

Con la Vigilia Pascual hemos entrado en el tiempo de Pascua, un tiempo caracterizado por la alegría que produce en el cristiano la resurrección de Jesús.

Hoy en día, se quieren las cosas inmediatas. Sí se quiere mejorar, pero que sea rápido. Hay que aprender de las frutas, que requieren de tiempo para madurar.

De algo tan detestable como es el pecado, si conduce al arrepentimiento y al dolor de amor, produce frutos maravillosos de santidad.

La oración nos ayuda porque nos une a Dios, nos abre al encuentro con Él. La oración es la clave que abre el corazón al Señor.

La obediencia, siendo algo bueno, requiere, como cualquier virtud, de la caridad.

San José es el modelo de padre, por haber tenido el honor de ser el papá terrenal de Jesús y tener que defender a su hijo de las asechanzas de quienes querían dañarlo.

La verdad nos hace libres en la medida en que transforma nuestra vida y la orienta hacia el bien.

La moral es únicamente una de las cuatro patas de la mesa de la fe. Faltan el credo, los sacramentos y la liturgia o la fe que se celebra.

Si ofrecemos nuestros sufrimientos y los ofrecemos en unión con los sufrimientos de Cristo, Él los convierte en un signo de esperanza.