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Para el Papa valió la pena visitar a 700 católicos en Azerbaiyán

Antes de concluir la misa en la iglesia de la Inmaculada, el Papa Francisco rezó el Ángelus del primer domingo de octubre. Ahí improvisó unas palabras en las que explicó la razón de su viaje a Azerbaiyán.

 

Papa Francisco.- Alguno puede pensar que el Papa pierde mucho tiempo: hacer tantos kilómetros de viaje para visitar una pequeña comunidad de 700 personas, en un país de dos millones. Pero el Papa imita en esto al Espíritu Santo: también él ha bajado del cielo en una comunidad de periferia, cerrada en el Cenáculo. Y a esta comunidad, que tenía miedo, se sentía pobre y tal vez perseguida o dejada de lado, le infunde valor, fuerza, para seguir adelante y proclamar el nombre de Jesús.

 

En el marco de su 16° Viaje Internacional a Georgia y Azerbaiyán, el Papa Francisco describió brevemente la situación de los católicos en Azerbaiyán.

 

Papa Francisco.- No es una comunidad uniforme, porque entre vosotros se habla azerí, italiano, inglés, español… Muchas lenguas… Es una comunidad de periferia.

 

El Santo Padre resaltó la fortaleza de la fe de los cristianos en Azerbaiyán, y finalizó alentándolos a seguir adelante.

 

Papa Francisco.- Aquí la fe, después de los años de persecución, ha hecho maravillas. Quisiera recordar a tantos cristianos valientes, que han tenido fe en el Señor y han sido fieles en la adversidad. ¡Ánimo! ¡Adelante! ¡Go ahead! Sin miedo, ¡adelante!

 

Texto completo:

 

Queridos hermanos y hermanas:

 

En esta celebración eucarística he dado gracias a Dios con ustedes, pero también por ustedes: aquí la fe, después de los años de persecución, ha hecho maravillas. Quisiera recordar a tantos cristianos valientes, que han tenido fe en el Señor y han sido fieles en la adversidad. A ustedes les digo, como hizo san Juan Pablo II, las palabras del apóstol Pedro: «¡Honor a ustedes, que creen!», (1 P 2,7; Homilía, Bakú, 23 Mayo 2002).

 

Nuestro pensamiento se dirige ahora a la Virgen María, venerada en este país también por los no cristianos. Nos dirigimos a ella con las palabras con las que el ángel Gabriel le anunció la buena noticia de la salvación, que Dios había preparado para la humanidad.

 

Queridos fieles de Azerbaiyán, al resplandor de la luz que brilla en el rostro materno de María, les dirijo un cordial saludo, alentándolos a testimoniar con alegría la fe, la esperanza y la caridad, unidos entre ustedes y con sus Pastores. Saludo y doy las gracias en particular a la familia salesiana, que les cuida tanto y promueve diversas buenas iniciativas, y a las Misioneras de la Caridad: Continúen con entusiasmo su trabajo al servicio de todos.

Encomendamos estos deseos a la intercesión de la Santísima Madre de Dios e invocamos su protección sobre vuestras familias, los enfermos y los ancianos, y sobre cuantos sufren en el cuerpo y en el espíritu.

 

Después de rezar el Ángelus

 

Alguno puede pensar que el Papa pierde mucho tiempo: hacer tantos kilómetros de viaje para visitar una pequeña comunidad de 700 personas, en un país de dos millones… Además, no es una comunidad uniforme, porque entre vosotros se habla azerí, italiano, inglés, español… Muchas lenguas… Es una comunidad de periferia. Pero el Papa imita en esto al Espíritu Santo: también él ha bajado del Cielo en una comunidad de periferia, cerrada en el Cenáculo. Y a esta comunidad, que tenía miedo, se sentía pobre y tal vez perseguida o dejada de lado, le infunde valor, fuerza, parresia para seguir adelante y proclamar el nombre de Jesús. Y las puertas de aquella comunidad de Jerusalén, que estaban cerradas por temor o vergüenza, se abren de par en par y sale la fuerza del Espíritu. El Papa pierde tiempo como lo ha perdido el Espíritu Santo en aquel tiempo.

 

Sólo dos cosas son necesarias: en aquella comunidad estaba la Madre –nunca olvidar a la Madre–, y en aquella comunidad estaba la caridad, el amor fraterno que el Espíritu Santo ha derramado sobre ellos. ¡Ánimo! ¡Adelante! ¡Go ahead! Sin miedo, ¡adelante!

 

 

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