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Papa Francisco: “La fe sin solidaridad es una fe sin Cristo”

Por la mañana del domingo 12 de junio, poco antes de acudir a Ñu Guazú, el Papa Francisco acudió a Bañado Norte, un área cercana al Río Paraguay, de casas muy precarias, que toma ese apelativo por las frecuentes inundaciones que sufren cuando el río ve elevado su nivel.

El Papa se presentó en la Capilla de San Juan Bautista y también saludó a quienes viven en el Bañado personalmente en sus casas. En dicha visita mencionó que cuando pensaba en ellos, recordaba a la Sagrada Familia y decía que los católicos que van a Misa pero no son solidarios tiene una fe enferma o muerta. “La fe sin solidaridad es una fe sin Cristo, es una fe sin Dios, es una fe sin hermanos”. Dijo que Jesús no tuvo problemas para meterse entre el pueblo, humillarse, abajarse, “hasta morir por cada uno de nosotros”.

“Vine a dar gracias con ustedes, porque la fe se ha hecho esperanza y es una esperanza que estimula al amor”, dijo. Rezó con los presentes el Padrenuestro. “Y no dejen que el diablo los divida”, concluyó.

Después de celebrar la Misa con alrededor de un millón de fieles, por la tarde sostuvo un Encuentro con los jóvenes en la “Costanera”, es decir, a orillas del Río Paraguay, de hecho cerca de alguno de los “bañados”. La plaza Bicentenario estaba abarrotada desde temprano por miles de jóvenes que esperaban las palabras del Papa.

Antes de que tomara la participación del Obispo de Roma, se leyó el pasaje de las Bienaventuranzas y se escucharon los testimonios de tres jóvenes, Liz, Orlando y Manuel.

El Papa comentó que Orlando le pidió que orase por la libertad de todos, y agregó que hay muchas trampas que atan el corazón, y le dijo a los jóvenes: “Repitan conmigo: Señor Jesús, dame un corazón libre, Que no sea esclavo de las trampas del mundo. Que no sea esclavo de la comodidad, del engaño. Que no sea esclavo de la buena vida. Que no sea esclavo de los vicios. Que no sea esclavo de una falsa libertad, que es hacer lo que me gusta en cada momento”.

Respecto a Liz, que debe cuidar en todo a su madre y abuela, por lo que comentó que ella enseña que no debemos hacer como Poncio Pilatos, lavándose las manos, cumple así el cuarto mandamiento y que lo hace con cariño, que ella nos enseña a amar. Rescató unas expresiones de Liz y Manuel; ella comentó que comenzó a conocer a Jesús, y Manuel dijo que “conocí a Dios, mi fortaleza”.

“Y eso es lo que necesitamos de los jóvenes hoy: jóvenes con esperanza y jóvenes con fortaleza. No queremos jóvenes debiluchos… Queremos jóvenes fuertes”. Les hizo repetir: “Solidaridad. Trabajo. Esperanza. Esfuerzo. Conocer a Jesús. Conocer a Dios, mi fortaleza. Un joven que viva así ¿tiene cara aburrida? ¿Tiene el corazón triste? ¡Ese es el camino!”

El Santo Padre tenía un discurso preparado para los jóvenes, pero no lo leyó, porque “los discursos son aburridos”, así que habló libremente; no obstante, lo dejó para que se publicara después.

Finalizó pidiendo a los muchachos que recen por él, que sigan haciendo lío y que ayuden a organizar el lío y elevó una plegaria a Dios por quienes le conocen pero también por aquellos que no saben que Él es su fortaleza y que “tienen miedo de vivir, miedo de ser felices, tienen miedo de soñar”. Los bendijo y culminó el encuentro.

 

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