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Caminemos juntos como discípulos y misioneros

Recuerda el Papa Francisco a cubanos “dispersos por el mundo”

El 19 de Septiembre de 2015, el Papa Francisco inició su viaje apostólico a Cuba. Durante el vuelo saludó a los comunicadores que cubren este traslado. Comentó que “el mundo está sediento de paz, hay guerras, hay migrantes que huyen”, y recordó que en la mañana, antes de partir, se reunió con una familia siria acogida por una parroquia vaticana. “Esta oleada migratoria que viene de las guerras, para escapar de la muerte, para buscar la vida. Hoy me he emocionado mucho porque ha venido a saludarme a la Puerta de Santa Ana una de las dos familias que están en la parroquia del mismo nombre en el Vaticano, son prófugos sirios… se veía el dolor en sus rostros… Esa palabra ¡paz!”

La bienvenida a Su Santidad la dio el presidente Raúl Castro desde la misma pista del Aeropuerto de La Habana, la capital cubana. En su discurso, señaló que la región es la más desigual y que “el sistema internacional es injusto e inmoral. Ha globalizado el capital y convertido en su ídolo al dinero. Hace de los ciudadanos meros consumidores”.

Por otro lado, Raúl Castro agradeció el apoyo del Papa para el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, primer paso para la normalización de relaciones. Dijo que el bloqueo es “inmoral, cruel y debe cesar”; además, señaló que el territorio de la base naval de Guantánamo debe ser devuelto por Estados Unidos a Cuba.

En su discurso inicial, el Papa recordó a los cubanos que se encuentran “dispersos por el mundo”, y expresó su deseo que se concrete la normalización de relaciones entre Estados Unidos y Cuba, por lo que animó a los responsables a seguir avanzando en este camino, para ser “ejemplo de reconciliación” para todo el mundo. “El mundo necesita reconciliación en esta atmósfera de tercera guerra mundial por etapas que estamos viviendo”, subrayó.

El día domingo 20 de septiembre, celebró la Misa en la Plaza de Revolución José Martí, en La Habana. En su homilía, dijo que Jesús les pregunta a sus discípulos de qué discutían por el camino (ellos conversaban sobre quién de ellos era el más importante); a nosotros nos pregunta: “¿De qué hablan cotidianamente?, ¿cuáles son sus aspiraciones?” Él conoce los “recovecos del corazón humano”, plantea siempre “la lógica del amor”.

El horizonte de Cristo “no es para unos pocos privilegiados capaces de llegar al conocimiento deseado o a distintos niveles de espiritualidad”. Su respuesta es simple: “Quien quiera ser el primero, que sea el último y el servidor de todos”. Francisco añade: “Quien quiera ser grande, que sirva a los demás, no que se sirva de los demás”.

Servir, explica el Papa, “significa, en gran parte, cuidar de la fragilidad. Cuidar a los frágiles de nuestra familia, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo… Por eso, el cristiano es invitado siempre a dejar de lado sus búsquedas, sus afanes, sus deseos de omnipotencia ante la mirada concreta a los más frágiles”. No es en modo alguno servilismo, “el servicio mira el rostro del hermano… por eso, el servicio no es ideológico, ya que no se sirve a ideas, sino que se sirve a las personas”. Y concluyó: “Quien no vive para servir, no sirve para vivir”.

Durante el rezo del Ángelus, recordó el proceso de paz en Colombia. Su Santidad dijo: “Que la sangre vertida por miles de inocentes durante tantas décadas de conflicto armado, unida a aquella del Señor Jesucristo en la Cruz, sostenga todos los esfuerzos, incluso en esta bella isla, para una definitiva reconciliación.” Y subrayó: “Por favor, no tenemos derecho a permitirnos otro fracaso más en este camino de paz y reconciliación”. Pidió que aprendamos de María “a tener el corazón despierto y atento a las necesidades de los demás”, que no huyamos de nuestras cruces ni de las de los otros.

Este es Décimo viaje apostólico del Papa Francisco fuera de Roma. En la isla, se encuentran en su agenda las ciudades de La Habana, Holguín y Santiago. Cuba ha podido recibir a los tres más recientes Obispos de Roma: San Juan Pablo II, en 1998; Benedicto XVI, en 2012, y ahora Francisco.

 

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