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Fluidez religiosa

Recientemente han aparecido sendos artículos en importantes revistas norteamericanas (The New York Times y MIT Technology Review) describiendo las tendencias y comportamientos religiosos contemporáneos. No dejan de ser interesantes los datos que arrojan, aunque quizá la perspectiva desde la que los abordan –de carácter sociológico y estadístico– quizá no sea la más adecuada para comprender el fenómeno religioso.

Por un lado, subrayan un cierto auge de las peregrinaciones. El reciente Congreso de Mundial sobre Turismo y Peregrinaciones de la OMT, arrojaba los siguientes datos: uno de cada tres turistas es un peregrino religioso, y ofrecía un elenco de los santuarios más visitados del mundo. Guadalupe aparece en el segundo lugar del ranking, con 20 millones de peregrinos anuales, sólo superado por Tirupati, un santuario en la India que recibe 30 millones de peregrinos. El incremento del turismo religioso contrasta con el notable declive de la práctica religiosa en el mundo, que según una reciente encuesta de Gallup ha bajado un 9% en tan solo 7 años.

El otro artículo no ofrece un estudio global, sino sólo del comportamiento religioso en Estados Unidos; sin embargo, dada la relevancia y el eco del comportamiento norteamericano, es interesante observar lo que sucede en ese país, que muchas veces exporta sus modelos de conducta al resto del globo.

En los últimos 20 años ha crecido un 10% el número de estadounidenses que carecen de afiliación religiosa, es decir, no se identifican con ningún grupo religioso. En números brutos, se trata de 25 millones de personas. Busca indagar las causas, y ofrece un resultado preliminar de tres: el descenso en la educación religiosa, el aumento de nivel educativo medio en la sociedad, y más sorprendentemente, encuentra una correlación directa entre descenso religioso y el uso de Internet.

En el primero se subraya que el hombre contemporáneo experimenta un gran deseo de búsqueda espiritual, lo que lo constituye en peregrino. Mucha gente va a los santuarios buscando “algo”, alguna “experiencia”, se configura así una especie de religiosidad peregrina, cuando no móvil o incluso volátil; por ejemplo, ofrece un dato fuerte que remarca esta actitud de búsqueda y de fluidez religiosa: la mitad de los adultos americanos (Estados Unidos) han cambiado una vez en la vida de afiliación religiosa.

El defecto de esta primera investigación está en que junto a los datos fuertes de peregrinaciones, intenta explicarlos sirviéndose de entrevistas a peregrinos en distintos santuarios religiosos alrededor del mundo, pero los peregrinos entrevistados o bien son americanos, o tienen una formación cultural norteamericana, y al leer sus textos da la impresión de que en realidad lo que están buscando es “a sí mismos”, sirviéndose para ello de la oferta religiosa. No parece ser esa la realidad de la inmensa masa de peregrinos que acuden a Tirupati, Guadalupe o La Meca.

El segundo es más cauto a la hora de ofrecer un diagnóstico determinante, aunque pone el acento entre el desarrollo de la cultura por Internet y la caída en la práctica religiosa, sin encontrar cuál podría ser claramente el motivo de esta extraña correlación. Ciertamente la Red te permite abrir una ventana al mundo, descubrir que hay personas que piensan diferente, y cuestionarte quizá sobre la validez o la universalidad de los principios en los cuales fuiste formado.

Haciendo una síntesis, me parece que existe una correlación entre ambos textos. Vienen a reflejar lo que podría considerarse un defecto en la actitud religiosa contemporánea: La fluidez religiosa, la búsqueda religiosa, que puede muchas veces ser auténtica, más que ser una búsqueda de la verdad religiosa, se configura como una búsqueda de “sentirme bien religiosamente”. Pero el sentimiento es fugaz, lo que orilla a un peregrinaje continuo.

Muchas veces esa búsqueda no se da por medio de una peregrinación real, sino virtual, en la Red, donde a la persona se le ofrece todo un abanico inmenso de posibilidades, pero dada la inmadurez, falta de criterio y muchas veces la poca seriedad del investigador (es capaz de hacer clic en lo que sea, pero no de leer un libro), le conduce a la perplejidad, cuando no a la indiferencia o al relativismo. Es decir, abandona la búsqueda de la verdad.

Sin embargo, bien encuadrada, esta búsqueda es correcta: en el fondo el hombre siempre debe ponerse en busca de Dios, siempre estamos de camino hacia Él.

@voxfides

 

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