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Caminemos juntos como discípulos y misioneros

Peregrinación de Arquidiócesis: Fiesta multicolor en el Tepeyac

El pasado sábado 10 de enero, se llevó a cabo la Peregrinación anual de la Arquidiócesis de México a la Basílica de Guadalupe, que culminó con la celebración eucarística presidida por el Cardenal Norberto Rivera Carrera en el atrio del Santuario Mariano.

Bajo un sol esplendoroso, como si quisiera observar el paso de los miles de peregrinos, los fieles de la Arquidiócesis Primada de México junto a su Arzobispo y obispos auxiliares de las ocho Vicarías episcopales recorrieron el trayecto entre la ex glorieta de Peralvillo y la Basílica de Guadalupe.

Los asistentes representaban a sus Vicarías de origen, vestidos con un color distintivo que se les había solicitado desde la convocatoria; los globos, las pancartas y los estandartes identificaban a las Vicarías, parroquias y a los distintos grupos y movimientos.

Toda la peregrinación era un gran ejemplo de la unidad en la diversidad. Había personas adultas, ancianos, niños felices con sus globos, bebés y jóvenes; sin importar la edad, cantaban, echaban porras y rezaban; había quien tocaba la guitarra o gritaba la clásica pregunta: “¿Estamos tristes?”, a lo que un coro de gente animosa respondía: “¡No!”

La vanguardia de la peregrinación ya iba hasta adelante, pero no dejaban de llegar en “pesero” los rezagados y llamando por celular a sus familiares más puntuales para poderse reunir. Se podían ver los colores blanco, verde, naranja, rosa, morado sobre Calzada de Guadalupe en los carriles de la izquierda, sobre la vereda propia de los peregrinos y afuera de alguna tienda o miscelánea.

Metros antes de subir el renovado puente papal, “echaban cohetes” y se pedía por el sonido que soltaran todos los globos, por lo que el cielo se inundaba también de ánimo; en ese punto, ya sobre el puente, se podían ver los ríos de gente que todavía esperaban entrar, y seguían peregrinando, uno tras otro.

Ya en el atrio, ya “en la casita del Tepeyac”, todo estaba dispuesto para la celebración de la Misa que presidió el Cardenal Norberto Rivera. Las lecturas del día fueron las correspondientes a la fiesta del Bautismo de Jesús.

Durante la homilía, el Arzobispo Norberto Rivera manifestó su cercanía con las personas que sufren por causa de la violencia, y quiso “a los sienten que ya no tienen motivos para la esperanza y a quienes necesitan consuelo y solidaridad, invitarlos a vivir la fortaleza y la paz, que nos trae Nuestro Salvador”.

Rogó por los que luchan por un mejor ambiente social y buscan ser mejores seres humanos, y les aseguró el amor de Dios en sus corazones. Por la situación actual, es muy importante que todos los bautizados asuman un compromiso con la sociedad, subrayó el Cardenal.

Pidió que aprendamos de la Virgen María el espíritu misionero, su secreto es el “¡Sí!”. Ella es “ejemplo y modelo de misionera“, y expresó que para cada bautizado sonó la voz del Padre: “Tú eres mi hijo muy amado en quien he puesto mis complacencias”, que son las mismas que dirigió a Jesús en el momento que fue bautizado por Juan.

La misión es muy importante, la evangelización urgente porque aún hay muchos que no conocen que Dios nos ama. Quien ha tenido una experiencia del amor de Dios que salva, no necesita muchos cursos o instrucciones para comunicar este mensaje. Hay que ir al encuentro de los pobres y los alejados, hay que tomar en cuenta todos los ambientes. Jesús es el único que puede llevar a buen término todo esto pero necesita de nuestros “panes y peces”, aunque sean pocos.

Al entregar las orientaciones pastorales para este año, recalcó que la “evangelización se hace de rodillas”, que Dios es débil ante la oración humilde.

La celebración continuó con la liturgia eucarística, con el sol de una tarde que comenzaba y la mirada compasiva de Santa María de Guadalupe. Al terminar la Santa Misa, los ríos de personas desfilaron debajo de la Madre del verdadero Dios por quien se vive.

@voxfides

 

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