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Caminemos juntos como discípulos y misioneros

Llaman Focolares a un minuto de recogimiento por la paz en México

La violencia y la injusticia cometida contra 43 jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa, y contra los ya miles de desaparecidos que se cuentan en México en los últimos años, son hechos ante los cuales declaramos nuestra total desaprobación, indignación y deseo firme de que nunca más vuelva a ocurrir algo similar, al tiempo que nos conmueven profundamente y nos interpelan como personas y sociedad.

Sin embargo, en medio de la desesperanza, no podemos dejarnos vencer ante la maldad. Justamente, cuando más obscuridad existe, es más importante la presencia de la luz.

No se construye la paz a través de la violencia. Reconstituirnos como sociedad más humana significa responder desde la caridad y el perdón. Pero no como actos de indiferencia ni tolerancia, sino como compromiso de trabajar efectivamente por el Bien común.

Es misión del laico la construcción del Reino de Dios en la tierra, donde podamos reconocer al otro como hermano. Es buscar el rostro sufriente de Jesús en el abandonado, el humillado, el desaparecido, incomprendido, marginado, señalado. Salir a su encuentro con el corazón.

Como ha dicho el Papa Francisco: “En la cruz de Jesús se puede ver toda la fuerza del mal, pero también toda la omnipotencia de la misericordia de Dios”.

La respuesta del creyente ante estas situaciones es transformar el dolor en amor y la desesperanza en esperanza, la violencia en paz y la injusticia en la búsqueda del Bien común.

No basta el Estado de Derecho. Es necesario transformar desde el corazón quienes hacen las instituciones. Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolares, sabía de este camino: “La verdadera personalidad de cada uno de nosotros está constituida por el Jesús en nosotros que actúa en la historia, cambiando las estructuras, sanando los conflictos […] y cuando el Jesús en cada uno entra en comunión con el Jesús de los otros, se abre el camino a la nueva humanidad”.

Hacemos un llamado a todas las personas que profesan una fe, sin importar cual sea, a todas las personas de buena voluntad, para que, unidos, mantengamos vivo y renovado el compromiso de ser constructores de paz en el ámbito donde nos encontramos, a través de cada una de las acciones que realizamos.

Proponemos, además, un minuto de recogimiento por la paz a las 12 horas de cada día, como un signo visible y concreto de fraternidad y solidaridad hacia cada persona que sufre en México y el mundo.

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