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Caminemos juntos como discípulos y misioneros

Vivir la Misericordia-Heroísmo en el Titanic

1) Para saber

En la fiesta de la Divina Misericordia, el Papa Francisco recordó cómo el apóstol Tomás, incrédulo de la Resurrección de Cristo, se rinde ante la misericordia del Señor, quien lo invita a tocar las heridas de sus manos y de su costado.

Añadió que también nos puede curar de nuestra incredulidad si contemplamos sus llagas, pues esas heridas nos hablan de la misericordia que Dios ha tenido con nosotros.

2) Para pensar

La muerte de Cristo por nosotros nos muestra cómo la misericordia de Dios llega hasta el extremo. Jesús nos invita a ser “misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6, 36).

Ese consejo lo vemos en quienes se han “excedido” en el amor. Es el caso del Padre Thomas Byle, que viajó en el Titanic, para presidir el matrimonio de su hermano William en Nueva York. El sacerdote británico era párroco de St. Helen, en el Reino Unido.

Hace días se cumplió un aniversario más del hundimiento del transatlántico “Titanic”, que muchos consideraron “insumergible”. Tras chocar con un témpano de hielo, se hundió en el Atlántico en la madrugada del 15 de abril de 1912 cuando se dirigía a Nueva York. Las muertes superaron las 1,500.

Helen Mary Mocklare, pasajera sobreviviente del Titanic, recordó que cuando el barco chocó, cayeron de sus literas. “Y al preparamos para ver qué sucedía, vimos viniendo por el pasillo, con su mano levantada, al P. Byle. Lo conocíamos porque nos había visitado varias veces, y nos celebraba la Misa cada día. ‘Estén calmados, sean buenas personas’, dijo, y luego fue a la tercera clase a dar la absolución y bendiciones”.

“Algunos de nosotros nos emocionamos mucho. Sucedió que cuando el sacerdote levantó su mano, instantáneamente todos se calmaron. Los pasajeros estábamos muy impresionados por el absoluto autocontrol del sacerdote”.

Helen Mary recordó además que un marinero advirtió al sacerdote de su peligro, y le rogó que subiera a un bote, pero el P. Byle se rehusó. El mismo hombre le habló de nuevo y se veía ansioso por ayudarlo, pero él se rehusó de nuevo. El padre podía haberse salvado, pero él no se iría mientras aún quedara alguien, y los ruegos del marinero no fueron escuchados. “Luego de que me subí al bote, que fue el último en partir, y estábamos alejándonos lentamente del barco, podía escuchar claramente la voz del sacerdote y las respuestas a sus oraciones. Luego se volvieron más y más débiles, hasta que sólo podía escuchar los acordes de ‘Más cerca, oh Dios, de Ti’, y los gritos de las personas que se quedaban atrás”, señaló Helen.

El padre Thomas, de 42 años, entregó su vida, consolando y acompañando en la oración a quienes habrían de morir. Ahora, el actual párroco de St. Helen está promoviendo la apertura de su causa de canonización, pues lo considera “un hombre extraordinario que dio la vida por otros”.

3) Para vivir

El Papa Francisco acaba de promulgar una convocatoria para un Jubileo Extraordinario de la Misericordia que empezará en diciembre (lo comentaremos en otro artículo).

Pidió dirigir la mirada al Señor y a la Virgen Madre, para que “nos ayude a ser misericordiosos con los otros como Jesús lo es con nosotros”.

 

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