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Revolución no cumplida

Estamos cumpliendo 105 años del inicio de la Revolución Mexicana, pues, aunque se había acordado, de conformidad con el plan de San Luis expedido por Francisco I. Madero, que el 20 de noviembre de 1910 empezara la lucha armada contra Porfirio Díaz simultáneamente en diferentes zonas del país, dos días antes, es decir, el 18 de noviembre, en la ciudad de Puebla, hizo acto de presencia Miguel Cabrera, director de la policía poblana, acompañado de un pelotón de gendarmes, en la casa de los hermanos Serdán: Aquiles, Máximo y Carmen, puesto que el jefe anti-reeleccionista del estado de Puebla era Aquiles Serdán. El jefe policiaco pretendió penetrar al domicilio de los Serdán, amagando con su pistola al jefe de la casa, Aquiles, con el objetivo de efectuar un cateo en busca de armas y propaganda.

En realidad, los Serdán sí habían acumulado armas en su casa puesto que estaban decididos a participar en la lucha contra el dictador Porfirio Díaz; por lo tanto, Aquiles no tuvo otra opción que enfrentarse, rifle en mano, al jefe de la policía, quien cayó muerto de un balazo en la frente, iniciándose el ataque por parte de la policía y militares a la casa, hecho que duró aproximadamente cuatro horas, en las que toda la familia Serdán, incluidas las mujeres, se les enfrentó y solamente se rindieron cuando el parque se les hubo terminado.

Este hecho constituyó el primer brote revolucionario, aun cuando la fecha oficial de inicio del movimiento armado  es el 20 de noviembre, tal como lo estableció Madero.

El maestro Jesús Silva Herzog, en su “Breve Historia de la Revolución Mexicana” dice: “La causa fundamental de ese gran movimiento social que transformó la organización del país fue la existencia de enormes haciendas en poder de unas cuantas personas”. Otras causas de inconformidad social se daban en la actividad empresarial, que se caracterizaba por las pésimas condiciones en que laboraban los trabajadores, mientras los dueños del capital en su mayoría de procedencia extranjera, gozaban de grandes privilegios por parte del régimen de Porfirio Díaz, amén de los grandes rezagos que presentaba la mayoría de la población en educación, salud y economía.

A partir del año 1910 y hasta 1929, el país vivió un periodo de luchas intestinas ocasionadas por los líderes de la revolución y las corrientes por ellos representadas: villismo, carrancismo, zapatismo, obregonismo y callismo (las principales), que abandonaron el ideal revolucionario de cambiar el sistema político y social que prevalecía en el país y adoptaron el de sus intereses personales o de grupo, pacificándose cuando Plutarco Elías Calles funda el Partido Revolucionario Institucional (nombre actual) y a través de él se reparte de una manera civilizada el poder con el botín implícito.

Los fundadores del partido y los que los sucedieron en el poder, se atribuyeron la herencia y la praxis de la ideología revolucionaria para lograr la anhelada transformación del país. Durante los setenta años que el Partido Revolucionario Institucional gobernó a México, en todos los gobiernos posrevolucionarios, emanados del partido creado para mantener el poder, la “Revolución Mexicana” fue empleada como un mecanismo de legitimación, aun cuando las principales acciones de gobierno no correspondían con las causas que originaron aquel movimiento social. Sin embargo, 105 años después todavía hay mucho por lograr en cuanto a las causas que motivaron ese movimiento social.

A finales del porfiriato, según Amalia Fisher, socióloga de la UNAM, 200 familias concentraban la riqueza de la nación. Hoy, gracias al modelo económico que propició el PRI, 20 familias poseen el 10 por ciento del PIB y el 50 por ciento del mercado de valores, mientras hay más de 50 millones de pobres en México a quienes “la revolución no hizo justicia”.

En el campo, debido a las reformas del artículo 27 constitucional, 550 mil hectáreas (la tercera parte de tierra productiva) es propiedad de bancos o agroindustrias trasnacionales, y no somos autosuficientes en materia alimentaria, pues el 40 por ciento de la tierra cultivable está inactiva. De latifundios en la época de la revolución pasamos a una división de minifundios. Hoy, casi tres millones de campesinos tienen menos de cinco hectáreas. A más de un siglo después, la marginación y la pobreza se enseñorean en la población campesina, que fue la que con la injusticia que vivía detonó la revolución, a diferencia de sus opulentos dirigentes que la consideran instrumento político.

Este aniversario debería ser el inicio de otro movimiento social que nos permita vivir en un país más justo para todos, donde no existan pugnas de camarillas políticas que impiden a nuestra nación ser próspera y libre, pues sus intereses son los que prevalecen.

 

*Egresados e Inserción Profesional – UPAEP

 

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