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Caminemos juntos como discípulos y misioneros

Los milagros actuales de Dios

Hace un par de días el tema principal y más alarmante de los medios de comunicación era el terrible huracán “Patricia“. Catalogado fuera de la escala actual de huracanes, el cual además de sorprender a los meteorólogos, causaba gran temor generalizado.

El gobierno federal movilizó al Ejército, se tomaron medidas precautorias severas y se proveyó de despensas a gente necesitada.

El fenómeno natural tenia, según los conocedores, una altura equivalente a la del monte Everest y el ojo del huracán un radio de aproximadamente 20 kilómetros, por lo que estaba considerado como el más peligroso desde que se tiene memoria en todo el mundo.

Estaba pronosticado un gran desastre en el país, dentro de los estados por donde pasara y la gente buscaba con desesperación resguardarse y proteger a su familia. El hecho de que haya amainado no es casualidad, sino manifestación del poder de Dios. El omnipotente, sabe tratar con amor a sus hijos, en especial cuando nos esforzamos por acercarnos a Él. También Él ama a los no creyentes y lo hace por su anhelo de que todos los seres humanos se salven.

Los pasados días, cuando observaba en el televisor a los periodistas informando al público de esta posible catástrofe, pensaba: ¿Qué les cuesta por lo menos por única vez y en un sólo minuto, invitar a la gente al menos a elevar a Dios una oración? El desastre inminente lo ameritaba, pues se esperaba la desgracia para millones de compatriotas y tal vez la muerte para miles de ellos.

Aunque no surgió esa invitación, la fe de nuestro pueblo mexicano es muy grande y en definitiva, millones de todos nosotros oramos con mucho fervor a Dios y a su Santísima Madre para que intercediera por nosotros ante Él.

La Virgen María se manifiesta con diferentes advocaciones, precisamente para identificarse con cada región o pueblo en particular; es pues conveniente agradecer a la advocación de la Virgen de Zapopan, sus valiosas suplicas a su divino Hijo Jesucristo para que no hubiera hechos más graves que lamentar. El poder de la oración es una realidad, pues no es únicamente para dar gloria a Dios, sino también para darle gracias a por su bondad.

Esperemos que esta breve reflexión sea una invitación a que reforcemos nuestra fe católica para adorar únicamente a Dios y venerar a su Santísima Madre y Madre de la humanidad, a quién Él le concede todo lo que ella le pide, no únicamente en momentos de caos o situaciones de inminente peligro sino en toda ocasión.

Que aprendamos a tener la necesidad de acercarnos a Dios por medio del sacramento de la reconciliación o confesión, para después poder recibirle en la Sagrada Eucaristía. Que tengamos la necesidad de aprender a orar diariamente e ir aprendiendo el rezo del Santísimo Rosario como un medio de recordar algunos de los hechos más relevantes de la vida de nuestro salvador Jesucristo, para ir aumentando la paz en nuestro corazón y que busquemos con ahínco perseverar en la participación de la Santa Misa Dominical, la oportunidad de gozar del cielo en la tierra.

 

@voxfides

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