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Los gustos de Dios

Navidad es dar la bienvenida a las sorpresas del Cielo, aunque cambien nuestras expectativas o suponga un cambio de vida inesperado. Celebrar la Navidad es hacer como Jesús que bajó para los pecadores y necesitados.

1) Para saber

Cuando es el cumpleaños de una persona y se le quiere festejar, sus seres queridos procuran agasajarlo con detalles que le gustan al festejado: el tipo de comida, música de su gusto, invitarlo a un lugar preferido, una bonita sorpresa, etc. Desgraciadamente en Navidad, a veces, no sucede así, pues muchas fiestas con motivo navideño, como las posadas, no se piensa en Jesús, sino en complacerse a sí mismos. Al acercarse la Navidad hay que agasajar a Jesús, pues celebramos su cumpleaños. Por ello, en su reciente audiencia, el papa Francisco reflexiona sobre qué fiesta le agrada a Dios y nos invita a preguntarnos: ¿es esta la fiesta que agrada a Dios? ¿Qué Navidad le gustaría, qué regalos y qué sorpresas?

2) Para pensar

Si contemplamos la primera Navidad de la historia, comenta el papa, podemos descubrir los gustos de Dios. Esa primera Navidad estuvo llena de sorpresas.

Primero fue la sorpresa de la Virgen María cuando, sin esperarlo, llega el arcángel san Gabriel y le anuncia que será virgen madre de Dios y ella acepta libre y amorosamente. Luego la sorpresa de san José, llamado a ser padre de un niño sin generarlo. Un hijo que no esperaba, pues aún no convivía con María. Ante esta situación inesperada, vino otra sorpresa: el ángel le anuncia en sueños que acepte a María y al Niño, incluso que le ponga por nombre Jesús. Luego la sorpresa de tener que ir a Belén, con lo inesperado de no encontrar alojamiento y tener que improvisar, en un sitio para animales, el lugar para que nazca Jesús. Los pastores son sorprendidos por los ángeles. Una vez nacido el Niño, la sorpresa que recibe José en sueños de tener que salir huyendo a Egipto. 

Pero la máxima sorpresa fue en Nochebuena: que el Dios todopoderoso se haga un niño pequeño. 

Paradójicamente, la Palabra de Dios se hizo incapaz de hablar.

A imitación de Santa María y de san José, la Navidad invita a tener abierto el corazón para aceptar y amar las sorpresas que recibimos. Pensemos cómo reaccionamos ante lo inesperado.

3) Para vivir

Navidad es dar la bienvenida a las sorpresas del Cielo, aunque cambien nuestras expectativas o suponga un cambio de vida inesperado. Celebrar la Navidad es hacer como Jesús que bajó para los pecadores y necesitados. 

Es como la Virgen María que confió en Dios. Es hacer como san José que despertando obedeció, aunque tuviera otros planes. Entonces, aunque a veces parezcan sorpresas incómodas, veremos con fe los gustos de Jesús, y veremos la maravillosa sorpresa que guarda la lógica divina: el frío en Belén vence el calor seguro de la casa con su chimenea; la humildad vence la arrogancia; la simplicidad y la pobreza vencen la abundancia; el silencio vence el alboroto; el niño débil vence la fuerza del rey Herodes.

Ya no se vive para uno mismo, sino para Dios y con Dios, porque desde la Navidad Dios se ha hecho un Dios para nosotros, un Dios que vive y camina con nosotros. Se trata de cambiar la lógica del egoísmo por la lógica divina del amor. Navidad es preferir la voz silenciosa de Dios al estruendo del consumismo. Para no mundanizar la Navidad el papa Francisco recomienda estar en silencio frente al Nacimiento y dejarnos sorprender por Jesús.

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