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Caminemos juntos como discípulos y misioneros

La oración del Santo Rosario

Desde el origen del hombre, en sus diferentes culturas y desde sus particulares formas de entender su ser en relación con la naturaleza, y con el uso de la razón, ha llegado a la conclusión de que el hombre es un ser creado, es decir, que somos creaturas. Y el Creador, si nos creó, debe ser un ser Todopoderoso; y, si nos creó, debe ser para algo.

Para responder ésta y otras preguntas de nuestra existencia, los seres humanos hemos buscado la forma de relacionarnos con ése Creador, y precisamente así surge la religión, cuyo significado como palabra es “religare”, que es establecer una “relación”.

¿Y cómo relacionarnos con Dios? ¿Cómo saber para qué nos creó y para qué nos sostiene? Una forma es mediante la oración, por la cual nos comunicamos con Él y Él se comunica con nosotros.

Existen muchas formas de oración. Una de ellas es el Padre Nuestro que el mismo Jesús nos la deja mediante sus apóstoles, cuando ellos le piden: “Maestro enséñanos a orar”. La otra oración por excelencia es el Ave María, que contiene parte del saludo del arcángel Gabriel y las primeras palabras de exaltación a ella, a María, como elegida para que en ella se encarne el mismo Dios en su segunda Persona; y la segunda parte del Ave María es una oración hecha por la Iglesia para pedir su protección a todos los hombres como pecadores y a cada hombre, que vive  en un tiempo determinado y que comparte con todos el mismo fin: la muerte, que es también la esperanza de encontrarse con Dios, nuestro Creador.

De estas dos oraciones por excelencia se compone principalmente la oración del Santo Rosario, que surge a principios del Siglo XIII, cuando en 1208 María se le aparece a Santo Domingo de Guzmán y le muestra cómo rezar el Rosario, pidiéndole que propague esta devoción y la utilice como un arma espiritual.

La oración del Santo Rosario pasó a ser una oración práctica, sencilla y muy popular, impulsada por los descendientes religiosos de Santo Domingo de Guzmán, es decir, por los Dominicos, hasta hoy en día.

En el Siglo XVI, los musulmanes, que siempre habían hecho esfuerzos por invadir y dominar los territorios poblados por cristianos, en este caso Europa, habían conformado una fuerza naval para derrotar a los cristianos en el Mar Mediterráneo y poder invadir los reinos cristianos de Europa y parte de Asia. Ante esto, los reinos cristianos juntaron una fuerza naval cristiana compuesta en parte por barcos mercantes improvisados con cañones para poder batallar y en número inferior que los barcos musulmanes, por lo que naturalmente tenían pocas probabilidades de éxito. Esto, sin contar con que al mando de la Armada Cristiana estaba un joven inexperto: Don Juan de Austria.

Ante esta desproporción, el Papa en ese momento, San Pío V, que era de origen Dominico, convocó a toda la Cristiandad a apoyar la inminente batalla mediante la oración del Santo Rosario. La batalla se realizó en el Golfo de Lepanto el 7 de octubre de 1571, resultando vencedora la Armada Cristiana; y se dice que antes que llegara la noticia, Pio V ya sabía que los cristianos habían ganado la batalla y que era gracias a la oración del Rosario que se había ganado y detenido, en ese momento, la amenaza de los musulmanes. Este hecho es una muestra de la eficacia del Rosario.

En Puebla, para concluir el “Mes del Rosario”, Don Víctor Sánchez, nuestro Arzobispo, desde hace tres años nos ha convocado a participar en el “Magno Rosario Guadalupano”, que en esta ocasión será el sábado 24 de octubre a las 18 horas en el Santuario Guadalupano, y que terminará a las 20 horas con la consagración de nuestras familias y de la Arquidiócesis de Puebla a Santa María de Guadalupe.

Este año, en unión con la Iglesia en todo el mundo, pediremos por: La Familia, la vida y la paz, que están siendo amenazadas, y confiamos que mediante la oración contribuimos a mejorar la célula básica de la sociedad y a la sociedad misma, haciéndola más humana.

En esta ocasión se tendrán las reliquias de Don Juan de Palafox y Mendoza, que está en proceso de canonización y para lo cual hace falta un milagro. Por eso también se repartirán unos boletos donde los asistentes podrán poner sus intenciones para que todos pidamos por todos y así lograr una gran fuerza espiritual y, si Dios lo quiere, lograr un milagro por la intercesión del beato Juan de Palafox.

 

Centro de Estudios Guadalupanos – UPAEP

 

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