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La COP 20 y las religiones

Del 1 al 12 de diciembre se ha venido celebrando la COP 20, es decir, la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el cambio climático. La Convención, ratificada por 195 países, busca reducir mundialmente la emisión de gases con efecto invernadero, para frenar así el cambio climático, particularmente el temido calentamiento global.

En el evento participan, además de los representantes de los distintos países firmantes, multitud de ONGs, activistas de distinta índole y, no podían faltar, grupos religiosos.

En el marco de las actividades, la Universidad Ruiz de Montoya organizó un seminario titulado “COP 20: Perspectivas del Sur”, en el que participó Jeffrey Sachs, asesor personal en lo referente a conseguir los Objetivos del Milenio de Ban Ki-moon, Secretario de las Naciones Unidas, y director del Earth Institute de la Universidad de Columbia.

Su opinión reviste de particular peso, pues además de ser uno de los arquitectos de los “Objetivos del Milenio”, se ha especializado en la lucha por eliminar la pobreza; además, Sachs formó parte del grupo de peritos que consultó san Juan Pablo II a la hora de elaborar su encíclica social Centesimus Annus y ahora asesora a Francisco en la elaboración de su esperada encíclica sobre ecología.

En su conferencia, Sachs resuma sentido común y sensatez. Explica, por ejemplo, cómo no todos los países pueden aceptar las recomendaciones que la ONU viene haciendo para reducir las emisiones de CO2, pues para algunos las consecuencias económicas serían catastróficas. Es decir, para prevenir los efectos catastróficos a largo plazo causo otros efectos catastróficos a corto plazo.

Incluso en políticas de largo alcance, como puede ser invertir en transformar la tecnología para que sea cada vez más eco-amigable, los hombres nos enfrentamos a duras disyuntivas morales, pues de nuevo se presenta la alternativa: el costo de tal transformación, cuya eficacia y beneficios podríamos valorar en cien años, requiere una cantidad de recursos inmensa, que podría emplearse mejor en necesidades más perentorias, como la lucha contra la pobreza, la malaria o el SIDA. Es decir, no existen soluciones únicas, sino propuestas prudenciales sobre las que se debe trabajar y buscar el consenso más generalizado posible entre los diversos países.

Pero el seminario (al que fuimos invitados Aldo Llanos, un buen amigo, conocido articulista peruano, y yo) incluía además diversas mesas de trabajo, entre las que se encontraba la que abordaba el tema del cambio climático desde la perspectiva religiosa. Representantes de diversos credos religiosos quieren hacer escuchar su voz sobre la importancia de salvaguardar la naturaleza.

La conclusión fue simple: las personas que viven plenamente su religión cuidan la naturaleza, si no lo hacen les falta coherencia, el descuido de la naturaleza es manifestación de que no se viven con integridad las propias creencias. En este aspecto, incluso el Papa Francisco envió un mensaje a la COP 20 donde habla de “un claro, definitivo e impostergable imperativo ético de actuar”.

Este empeño interreligioso reviste de un interés particular, pues sirve también para fomentar el diálogo interreligioso en beneficio directo de la sociedad, lo que contribuye además a eliminar recelos o prejuicios que pudieran existir entre miembros de credos diferentes.

Por eso “Religiones por la Paz” en su novena asamblea mundial invitó a las religiones ahí representadas a sensibilizar a sus fieles sobre el cambio climático.

En Perú, por ejemplo, las comunidades de fe, a través del Consejo Interreligioso, han promovido jornadas de oración y ayuno pidiendo por “la justicia climática”. Estas actividades permiten despertar la sensibilidad por el respeto de la creación, e incluso fomentar diversas formas de “eco-teología” o “espiritualidad ecológica” (fue el tema de una de las mesas de trabajo en el seminario).

De hecho, uno de los resultados de este encuentro interreligioso fue la sugerencia de incluir regularmente en la agenda del diálogo interreligioso el respeto a la naturaleza y fomentar actividades en común que lo promuevan.

@voxfides

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