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Caminemos juntos como discípulos y misioneros

Jesús lo es, pero yo ¿soy buen pastor?

Jesús nos explica lo que es un buen pastor y cómo Él, siendo tal, dio su vida por sus ovejas. Lo interesante es que para la mayoría de quienes tenemos responsabilidad de otros, de nuestras ovejas, no se nos pide tanto, no la vida, sino la dedicación de parte de ella. ¿Hasta dónde llegamos en cuidarlas?

Somos responsables, por ejemplo, de nuestros hijos, son nuestras ovejas, pero ¿las cuidamos a tal grado que si fuera necesario daríamos la vida por ellos, en la práctica? Pues “en la práctica” se nos pide que cuidemos de ellos en todos sentidos, que les enseñemos a amar a su creador, y eso principalmente con el ejemplo. Sólo parte de la vida, no hasta la muerte por ellos.

Un tema recurrente, con muy justa razón, es el del tiempo que dedicamos a compartir con esas ovejas-hijos, y otros que también dependen de nosotros en la familia. El buen pastor acompaña a sus ovejas todo el tiempo necesario, no el que quiere dedicar por fijarse otras prioridades, como el ocio o la diversión.

Un pastor cuida a sus ovejas de los ataques de los lobos, y para eso debe acompañarlas, estar alerta para alejarlas de ellos. El buen pastor estaba en el campo con sus ovejas y las llevaba a buen resguardo por la noche. ¿Nosotros estamos alertas de los lobos humanos que les acechan para pervertirlas o abusar de ellas?

¿Por qué hay padres que se sorprenden cuando algo malo sucede a sus hijos de manos de personas perversas? Porque muchas veces no estaban pastoreando debidamente a sus ovejas.

Y vayamos a otros campos, como el empresarial u organizacional público o privado. Si soy el jefe, el responsable de quienes están a mi mando funcionalmente, debo reconocer que también están a mi cuidado. Son también mis ovejas. Quien tiene autoridad tiene también responsabilidades inherentes a ella. Hay que cuidar a esas ovejas, no dejarlas abandonadas cuando nos necesitan, no son maquinitas desechables, son personas, y ante Dios, nuestras ovejas 

Las personas con autoridad que, por ejemplo, cuidan de los jefes de familia que son sus subordinados, estás con ello ayudándoles a tener la oportunidad de cuidar a las ovejas e su familia. En cambio, quienes por ejemplo escamotean el salario a sus trabajadores, tendrán el castigo que señala la Escritura. Es grave pecado, abandonan a sus ovejas.

¿Y nuestros alumnos, en el caso? No es nuestra sola responsabilidad el transmitirles información sobre alguna materia académica, somos también educadores, y educar es mucho más que enseñar materias. Es orientarlos, apoyarlos, ¡es muy importante! educarlos con el ejemplo! Cuántas historias hay de maestros reconocidos como imitables, como ejemplos de vida, y cuántos también hay que son señalados como malas personas, malos ejemplos.

Todo líder, en el campo que sea, tiene en sus seguidores a un rebaño qué cuidar, en la forma que sea necesario y a su alcance. Cuando un gran líder cuida realmente de sus ovejas, las defiende y pide para ellas justicia, es un pastor, y de ellos sabemos de varios notables que ese cuidado les ha costado la vida. Sabían que corrían ese riesgo y lo aceptaron.

De alguna manera, la mayoría de la gente es pastor de ovejas, de personas que en alguna forma dependen de ellos, que requieren su cuidado. Hay que apacentarlas, cuidarlas de los lobos de todo tipo y de los males que pueden acaecerles, como el hambre, el frío, la enfermedad, la ignorancia, la exposición a los malos ejemplos.

Jesús, como buen pastor, llegó a dar su vida por sus ovejas, todos nosotros, quienes le siguen y quienes no le siguen. Pero a nosotros, como ya dije, no se nos pide tan grande sacrificio, sólo se nos pide la dedicación y el cuidado necesarios, que pueden ser muchos o pocos, pero que son nuestra función de pastores.

Tiempo, tiempo, tiempo es lo que se nos pide para cuidar nuestras ovejas, y en ese tiempo cuidarlas de los lobos y de todo mal, cuyo auxilio esté a nuestro alcance. Y recordemos que la vida es tiempo, así que se nos pide parte de nuestra vida, generalmente sin grandes sacrificios, sólo dedicación para nuestras ovejas. La ausencia por descuido o desinterés es la traición a nuestra función pastoral.

Como el gran pastor, que nos puso el ejemplo, seamos buenos pastores, cuidemos nuestros pequeñísimos o grandes rebaños. Démosles el cuidado que corresponde a nuestro pastoreo. Démosles esa parte de nuestra vida que necesitan de nosotros.

Tengamos en cuenta que a la vez, nosotros mismos, pastores de otros, somos parte del gran rebaño de ese Pastor divino que dio su vida por sus ovejas y que nunca nos desampara, aunque muchas veces ni nos interesemos en reconocer que está allí cuidando de su rebaño. Pero sí, allí está Él, siempre; sigámosle e imitémosle.

@siredingv

@voxfides

 

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