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El origen del culto Guadalupano en Filipinas

Filipinas fue uno de los primeros lugares en tener una gran devoción a la Virgen de Guadalupe. Se desconoce quién pudo haber llevado la primera imagen y la devoción a esas tierras; sin embargo, dos personajes muy importantes que lo pudieron haber hecho, fueron: Andrés de Urdaneta y el capitán Arellano, quienes tenían gran devoción a la Guadalupana, realizaron varios viajes y descubrieron nuevas rutas para navegar de la Nueva España a Filipinas.

Fray Andrés, que nació en el país Vasco en 1508 y murió en la Ciudad de México-Tenochtitlan en 1568, fue hijo de familia adinerada que mostró gusto por las matemáticas y la astronomía, lo que le llevó a embarcarse como grumete navegando por el Mediterráneo y el Atlántico norte.

Fue invitado a participar en un segundo periplo, capitaneado por García Jofre, viajando rumbo a las islas San Lázaro (hoy Filipinas). La ruta fue por el estrecho de Magallanes, tardando tres años en llegar a su meta, y permaneciendo ocho más en la región de Las Filipinas, donde tuvo trato con marinos de Japón y otras nacionalidades.

Posteriormente, estando en México, decidió ingresar a la Orden Agustina; ordenándose sacerdote a los 44 años. Fue enviado a las misiones del actual estado de Hidalgo, entre otomíes y huastecos.

En España había preocupación del rey Felipe II por conseguir el regreso de Las Filipinas a la Nueva España, ya que, debido a las corrientes en contra, fracasaron cuatro expediciones que lo intentaron. El rey preguntó a sus  ministros quién era el mejor hombre de mar que conociera la región, diciéndole que era Andrés de Urdaneta, pero su condición de religioso le impedía ir, a lo cual el rey le ordenó hacerlo.

Esta expedición tardó varios años en prepararse y bajo las ordenes de Miguel López de Legazpi, paisano y conocido de Urdaneta, partió finalmente la noche del 20 de noviembre de 1564. Este viaje rumbo al Oriente demoraba de cuatro a seis meses en completarse, según las condiciones del mar.

Una de las embarcaciones, “el patache San Lucas”, al mando del capitán Arellano, se separó de la flota a los pocos días de haber partido (por ser más pequeño y más rápido); sin embargo, el capitán Arellano tuvo graves problemas de temporales, llegando a temer por su vida. En esos momentos prometieron que si llegaban a buen puerto llevarían el “trinquete” o vela de proa -que era la única que les quedaba para navegar- cargando de la costa hasta la casa de Nuestra Señora de Guadalupe.

Finalmente, las embarcaciones encontraron costas americanas arribando al Puerto de Acapulco un año después de haber partido, pero encontrando que Arellano se había adelantado y declarado como descubridor del “tornaviaje”; por esto fue acusado de desertor. Urdaneta intervino por él y salió de prisión.

Fray Andrés solicitó ser enviado a su misión a pesar que el rey Felipe le propuso pertenecer a su consejo de ministros para encargarse de las cuestiones de Marina en el reino. Falleció tres años después de su regreso de Filipinas.

Sin duda, fue con los primeros viajes de Nueva España a Filipinas, que se difundió la devoción a Santa María de Guadalupe a estas Islas y fueron los primeros navegantes quienes llevaron esta devoción un poco más de 20 años después del Acontecimiento Guadalupano. Fueron personas como Miguel López de Legazpi, el capitán Arellano, Andrés de Urdaneta (descubridor de la ruta de regreso o tornaviaje de Filipinas a Nueva España) y muchos marinos que con gran valor, fe y confianza en la protección de la Virgen se aventuraban en expediciones sobre navíos sumamente frágiles con alimentos muy limitados y expuestos a las inclemencias del tiempo.

 

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