huellas
Caminemos juntos como discípulos y misioneros

Aylan Kurdi

 

Las imágenes son poderosas, pero la memoria es frágil… Estamos en deuda contigo Aylan Kurdi, tu sacrificio no ha sido en vano: La devastadora imagen de tu cuerpo tendido en la arena, batido suavemente por las olas del mar ha conmocionado al mundo, muchas veces hasta las lágrimas. Al convertirte en imagen, y una imagen shock, has despertado y sensibilizado las cauterizadas conciencias del Mundo Occidental, demasiado ocupado en sus propios intereses, placeres, negocios, en sí mismo en definitiva, y ha mirado, aunque sea por un momento tu tragedia y la tragedia de tu pueblo.

La desoladora foto de tu cuerpo inocente tendido en la playa a recorrido, frenética, las redes sociales, los noticieros, los medios de opinión. En Europa no terminan de ponerse de acuerdo en qué hacer con tu pueblo que huye, pero tu foto ha sido una especie de ultimátum: Tienen que reaccionar ya. No ha sido en vano; Alemania está dispuesta a recibir 800,000 refugiados este año; solamente el último mes han llegado alrededor de 100,000 y la Primera Ministra, Angela Merkel considera una obligación moral dar cobijo a estas personas desesperadas.

Desgraciadamente no todos en Europa piensan igual.

Tu imagen ha convertido en personas a las estadísticas. Antes de verla, la gente sabía de la guerra en Siria, de los emigrantes desesperados que buscaban asilo, pero lo sabían como quien sabe el precio de la gasolina o del arroz, éramos indiferentes, no nos interpelaba ese sufrimiento extraño y lejano a la vez. Pero al ver tu cuerpecito tendido en la playa o en los brazos del desconcertado oficial, caímos en la cuenta de que esas estadísticas son personas, seres de carne y hueso como nosotros, con ilusiones, afanes, familia y corazón. Personas que buscan desesperadamente una salida, que huyen del horror y de la muerte, encontrándola trágicamente en su huida.

Alrededor de 230,000 muertes ha costado el conflicto bélico en Siria, más de 60,000 han sido civiles, a ellos hay que sumar a quienes, como tú, han perdido la vida en su búsqueda de un nuevo hogar. A ese sufrimiento debe añadirse el de quienes sin perder la vida, encuentran cerradas las puertas de los países, que no quieren darles la posibilidad de comenzar de nuevo su existencia, y en ocasiones, incluso de pasar por allí camino a otro destino más prometedor.

La fragilidad de tu imagen es fuerte, pero la memoria es débil. Es deseable que rápidamente los gobiernos y las sociedades tomen determinaciones, porque el tiempo juega en contra de tu causa. Somos bombardeados por imágenes que nos impresionan, pero son tantas que la nueva borra la anterior, y tristemente este mundo bañado en sangre y saturado de intereses económicos y lúdicos, borra rápidamente de la mente las tragedias vivas que aún intentan superar su desventura. Basta un mundial de fútbol, un desfile de modelos, una caída de la bolsa o un escándalo de alguna estrella para cambiar de registro y olvidar tu cuerpecito tendido en la playa.

Tu tragedia nos ha recordado, una vez más, que estamos fracasando en el intento de hacer de este mundo un hogar digno, habitable, donde hay sitio para todos. Ha evidenciado el exceso de burocracia, el enervamiento de procesos políticos que paraliza tantas veces los mejores deseos, la ineficacia de los organismos internacionales, la cobardía de gobiernos que eluden responsabilidades y miran a otro lado, haciendo cálculos económicos mientras se pierden vidas humanas, o buscando alguna buena excusa para quedar bien con todos.

No deja de ser sugerente la opinión de Josep Carens, investigador de la Universidad de Toronto, para quien la ciudadanía de las democracias occidentales equivale a los privilegios feudales que se tenían por nacimiento en la Edad Media. Es decir, es algo discriminatorio y difícil de justificar.

Por su parte, otro académico, Phil Cole, va más allá y sugiere eliminar las fronteras nacionales, puesto que la gente tiene derecho a ir donde desee. Piensa que ello no generará caos, pues las personas suelen preferir vivir en su cultura y ambiente, a no ser que la violencia y la pobreza las arrojen de allí, teniendo en ese caso el derecho de buscar una nueva oferta de vida.

Ojalá que tu sacrificio Aylan, ayude a dar pasos decididos en ese sentido y a despertar sentimientos de solidaridad en los pueblos y las familias que acojan emigrantes.

 

 

@voxfides

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