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Celebremos la alegría de la Pascua en familia

La Pascua es la fiesta más grande que tenemos los católicos porque celebramos el triunfo de Jesús sobre la muerte y el que nos ha ganado la vida eterna que por el pecado habíamos perdido.

Es por esto que debemos celebrar en grande en familia y lograr que nuestros hijos comprendan con claridad lo grande de esta fiesta y esto lo logramos si en verdad nos proponemos celebrar en familia la Pascua, son signos visibles y sin pena a que otros se den cuenta de que estamos felices por la Resurrección de Jesús, por eso aquí te dejo mis 5Tips para lograrlo.

PRIMERO. Que toda la familia sepa lo que es la Pascua.

En la actualidad se le dan muchos sentidos equivocados a la Pascua como el que es un tiempo de vacaciones o que debemos buscar los huevos que el conejo les deja a los niños. Esto en realidad es una pequeñísima parte de lo que es la Pascua. 

Es importante que les compartamos el verdadero sentido de la Pascua, es decir, que es la fiesta mayor ya que gracias a que resucitó Jesús nos ha ganado el cielo y con esto la vida eterna, siempre que nosotros actuemos conforme a la Voluntad de Dios.

Y como siempre, tenemos muchos recursos para apoyarnos, Las Sagradas Escrituras, los libros del catecismo, los recursos que en internet circulan y los videos que las plataformas católicas nos proveen y que nos pueden ser de gran utilidad.

Debemos pensar que cada uno de nuestros hijos está en una edad y madurez distinta, por lo mismo, debemos buscar recursos y apoyos conforme a sus necesidades.

SEGUNDO. Investiguen que hará la Parroquia para celebrar la Pascua.

Para vivir la Pascua es necesario hacerlo desde su origen, es decir, desde la fe y por eso es necesario que participemos en las celebraciones de Semana Santa, acompañando a Jesús en su Pasión y Muerte para después acompañarlo gozosos en su resurrección.

Es bueno que tengamos claros los horarios de nuestra parroquia para adaptar nuestros tiempos y participar en las celebraciones enteras, así viviremos una Pascua más plena.

TERCERO. Preparen una gran comida o cena familiar.

Si celebramos el nacimiento de Jesús en esta vida, cuanto más debemos celebrar la Resurrección, es decir, que venció a la muerte y nos ha regalado la vida eterna.

Así que debemos comenzar a celebrar en grande también la Pascua.

Podemos hacer una comida familiar especial, con los platillos que más le gustan a tu familia y además podemos buscar compartirlo con algunos amigos cercanos para que también ellos celebren la Pascua.

No tiene que generar grandes gastos, pero si nuestros hijos deben notar que es un día súper especial y que estamos de manteles largos, celebrando en familia.

Si nuestros hijos tienen edad podemos dejar que nos ayuden en la organización de la gran fiesta de la Pascua. 

CUARTO. Que la celebración dure los 50 días de la Pascua.

La Iglesia tiene algunos tiempos litúrgicos especiales que duran ocho días porque son fiestas importantes, pero la celebración dura 50 días, es decir, que la celebración se prolonga hasta la fiesta de Pentecostés.

Entonces tenemos la oportunidad de vivir este tiempo con una gran alegría porque Jesús nos regaló el ser salvos.

Podemos organizar algunas actividades familiares que nos recuerden que estamos en este tiempo de fiesta y que nos mantengan conscientes de que la alegría debe reinar en nuestros corazones.

Quizá podemos salir de paseo familiar el fin de semana, convivir de manera especial con juegos de mesa o viendo películas en familia, invitando a nuestros amigos a pasar un tiempo de sana diversión, o por que no, compartiendo esta alegría con los que menos tienen visitando algún asilo o casa hogar para celebrar con ellos la Pascua. 

Y QUINTO. Que la alegría se nos note.

Es importante que enseñemos a nuestros hijos a ser coherentes y que expresen sus sentimientos y debemos educar con el ejemplo, por eso debemos nosotros también estar alegres y que se nos note esa alegría.

Que nuestras acciones estén cargadas de alegría, tratemos de enojarnos menos y de justificar lo más posible las acciones de los demás para que nuestro ambiente familiar sea más ligero y alegre.

Que nuestra casa esté arreglada conforme a esa alegría y siempre dispuesta a recibir con gozo a los que nos visitan.

Para lograrlo, la alegría debe venir del corazón y que nuestra forma de actuar sea un reflejo porque dice la Palabra de Dios que la boca habla de lo que está lleno el corazón. Lc 6, 45

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