Cada año, finalizamos el ciclo litúrgico con la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo pero, ¿en verdad lo hemos hecho rey de nuestra vida y de nuestra familia?
Nuestros hijos no saben cómo se hace eso, pero si nosotros los educamos teniendo a Cristo como rey de nuestra vida y familia ellos también lo tendrán en ese lugar.
No es fácil pero tampoco es imposible, por eso aquí te dejo los 5Tips para lograrlo.
PRIMERO. Nadie ama a quien no conoce.
Es importante que hablemos de Jesús a nuestros hijos para que lo conozcan cada vez más y mejor.
Hay muchos recursos para apoyarnos, didácticos y fáciles de entender para nuestros hijos pequeños.
Tenemos también la Biblia para los jóvenes, para nuestros hijos más grandes.
Están las cápsulas de dibujos animados para los pequeños y también los documentales para los más grandes.
Lo más importante es que vean que nosotros también buscamos conocerlo cada día un poco más y que nos acercamos a su presencia en los diferentes momentos de nuestra vida personal y familiar, porque las palabras convencen, pero el ejemplo mueve a un estilo de vida particular donde el amor a Dios rige nuestra vida.
SEGUNDO. Que todos podamos escuchar la voluntad de Dios para buscar hacerla.
No es fácil ya que el ruido del mundo que nos grita que busquemos lo fácil, lo ostentoso, lo que brilla, lo que nos genera placer inmediato a costa de nuestra salvación eterna.
Aprender a escuchar en el fondo de nuestra alma la voluntad de Dios para nosotros es estar dispuestos a discernir cada situación que se nos presenta y cada evento que tenemos para ver si es voluntad de Dios o sólo nuestra.
Hay diferentes métodos para discernir, pero lo principal es que aprendamos a hacer silencio en nuestro interior para afinar nuestro oído interno y así escuchemos lo que Dios nos dice en la oración.
Con nuestros hijos es necesario que les enseñemos a hacerlo y con nosotros es necesario que nos vean practicarlo.
La oración y la visita al Santísimo son excelentes momentos para escuchar a Dios.
TERCERO. Voluntad para hacer lo que nos pide.
Y es que de nada sirve saber qué quiere Dios para nosotros en cada situación si no estamos dispuestos a hacerlo; por el contrario, resulta como una burla para Dios.
Es necesario disponer nuestra voluntad para que se adhiera a la de Dios, pero no como si no nos quedara de otra, sino que hay que buscar querer lo que Dios quiere para cada uno de nosotros.
Al principio nuestros hijos pueden no querer esto con tanto afán ya que su voluntad no es tan fuerte, y como toda virtud se va ejercitando hasta alcanzarla y llevarla a la práctica en la vida cotidiana, pero si ven que nosotros lo hacemos a pesar de que a veces, a los ojos del mundo, es una locura; estoy segura que para ellos será lo cotidiano.
Con mis hijos lo que les enseñamos es a hacer pequeños ejercicios de virtud, para fortalecer su voluntad y así tenerla firme para buscar hacer la voluntad de Dios en la vida cotidiana.
CUARTO. Que vean a Cristo en el centro de nuestra casa.
Nuestra devoción debe estar acompañada de signos visibles para que desde pequeños aprendan que este es nuestro estilo de vida y que es Cristo el centro y rey de nuestra familia.
Debemos buscar que los acontecimientos importantes siempre se los presentemos a Cristo, ya sea en nuestro altar familiar o en el templo en misa, así los pequeños verán que todo lo ponemos bajo la protección de Dios y que le damos gracias por lo que nos da y permite y le rogamos por lo que se atora o se pone difícil.
Si desde pequeños aprenden a ofrecer todo a Dios y a buscar hacer la Voluntad de Dios, cuando llegue la adolescencia todo será más sencillo ya que lo tendrán como estilo de vida y no les dará pena.
También está en nuestras manos el que tengan momentos de oración a lo largo del día, es decir, debemos establecerlos para rezar en familia: la oración para bendecir de los alimentos, antes de salir de casa, antes de dormir, etc.; pero también debemos ayudarles a que tengan momentos personales de oración y de diálogo con Dios para que aprendan a que toda su vida puede ser una oración si aprenden a ofrecer el trabajo, lo que hacen y lo que sienten a lo largo del día.
Y QUINTO. Pero sobre todo que vean a Cristo en el centro de nuestra vida.
Si nosotros ponemos a Cristo en el centro de nuestra vida familiar es un hecho que nuestros hijos aprenderán, en la vida cotidiana, a hacerlo, ya que así crecerán.
Pero debemos dar señales claras de que Cristo verdaderamente es el rey de nuestras vidas, es decir, nuestros hijos deben notar que nos comportamos, reaccionamos y vivimos de manera coherente con lo que creemos.
Sí, nuestras acciones y actitudes deben reflejar esa confianza total en que Dios sabe lo que es mejor para nosotros, de que estamos dispuestos a hacer la Voluntad de Dios en todo momento y de que amamos lo que Dios quiere para nosotros.
Si por el contrario, nos dedicamos a quejarnos, a criticar o maldecir a los que nos rodean y a cuestionar lo que pasa en nuestra vida diciendo que no lo merecemos, o creemos que alguien nos puede decir qué hacer sólo con leernos las cartas o el café y que así le podemos enmendar la plana a Dios, el mensaje es contradictorio y nuestros hijos, lejos de comprender lo que les decimos, se vacunarán y buscarán alejarse de lo que Dios quiere para ellos.
Así que nuestro testimonio es vital para que nuestros hijos aprendan cómo vivir conforme a la Voluntad de Dios, poniendo a Cristo como Rey de nuestra vida y de nuestra familia siempre.
México necesita de nuestro testimonio pues es necesario ver que aun hay esperanza y que se puede vivir en paz conforme a lo que Dios quiere, en medio de tanta violencia e inseguridad. Seamos luz para los que nos rodean e instrumentos dóciles de Dios para hacer Su Voluntad en nuestras vidas.
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