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Los Reyes Magos, testimonio de conversión para el mundo de hoy

“Hemos venido a adorarle”, es el deseo más íntimo de los Reyes Magos que buscan a Aquel del que han visto surgir su estrella. ¿Quién será Aquel tan importante que hasta del cielo brotó un astro para anunciarlo? ¿Quién es Aquel por el cual merece emprender un largo viaje y buscar sin seguridad alguna? Pero, más aún: ¿Quién es este Rey que no vive en el palacio? Es Jesús, “un neonato” que recostado en un pesebre transformó la vida de aquellos sabios y de todo aquel que se encuentra con Él.

En el año 2005 se celebró la XX Jornada Mundial de la Juventud en la ciudad de Colonia, Alemania, donde se veneran las reliquias de estos Reyes Magos, por lo cual, en agosto de 2004, Juan Pablo II escribió un mensaje a los jóvenes con motivo de dicha jornada.

Este mensaje hace un compendio del itinerario de los Reyes Magos en su camino hacia el Niño Dios y destaca, en primer lugar, que “se pusieron en camino”, inician su búsqueda y dejan todo atrás. Se dejaron guiar por la estrella y “se llenaron de inmensa alegría”. “Cuando se es consciente de ser guiado por Él, el corazón experimenta una auténtica y profunda alegría acompañada de un vivo deseo de encontrarlo y de un esfuerzo perseverante de seguirlo dócilmente”.

“Entraron en la casa, vieron al Niño con María, su madre”, dice el Evangelio, “nada extraordinario a simple vista”, dice el Papa Juan Pablo; pero este niño es el Hijo de Dios que se despojó de su gloria, subraya.

Lo adoraron y después de ofrecerle sus dones: oro por su divinidad real, incienso por ser el sacerdote de la Nueva Alianza y mirra por ser el profeta que derramará su propia sangre para reconciliar al hombre con el Padre, “se retiraron a su país por otro camino”, lo cual bien se puede entender como la conversión, “siguieron otro camino”.

Por su parte, el Papa Francisco, en su homilía de la Epifanía 2015, destaca la acción del Espíritu Santo en los Reyes Magos para ponerse en camino y los introduce en el misterio. “La gracia del Espíritu Santo es la que siempre los ayuda”, es quien los asiste para descubrir que los criterios de Dios son distintos a los humanos, que el Amor de Dios es potente pero humilde.

Las reliquias de los Reyes Magos llegaron a Colonia procedentes de Milán en el año 1164, acompañadas por el Arzobispo Reinald von Dassel, a través de los Alpes. “Los habitantes de Colonia fabricaron para las reliquias de los Reyes Magos el relicario más precioso de todo el mundo cristiano; y, como si no bastara, levantaron sobre él un relicario todavía mayor: la Catedral de Colonia”, nos dice el ahora Papa emérito Benedicto XVI, durante la 20 Jornada Mundial de la Juventud.

Ahora, la invitación es a ofrecer nuestros propios dones a Dios, la libertad, la oración y el amor lleno de gratitud; a descubrirlo en los hermanos más necesitados.

Pero también, a rechazar lo que pretenda sustituirlo, ya sea en forma de egoísmo o prácticas que “recurren” a energías cósmicas, a esoterismos, y adorarlo a Él que está con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en la Eucaristía, como en Belén, que significa Casa de Pan.

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